They Took Us by Surprise

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Nos dejaron viendo un chispero

EE. UU. entendió que su política hacia Venezuela era inconducente, cambió el garrote por zanahorias.

¿Ingenuos? Fuimos los últimos en enterarnos de que funcionarios del Gobierno de EE. UU. se reunían con funcionarios del gobierno Maduro. Aunque contando con el eficiente embajador de Colombia en Washington, Juan Carlos Pinzón, se logró la cumbre Biden-Duque. Que salió… regulimbis.

Al concretarse, por fin, la reunión, las agendas internacionales habían cambiado. Y a lo mejor, hasta el encuentro se facilitó por eso. Los EE. UU. tenían algo muy importante que explicarle a Colombia: que ahora terminarían comprándole petróleo a Venezuela. Pero ese no es el verdadero ni único motivo del acercamiento.

La guerra en Ucrania rompió con los paradigmas geopolíticos mundiales, quizás para siempre. Si antes de esta guerra EE. UU. podía darse el lujo de mantener anulados los canales de comunicación con Venezuela y sostener drásticas sanciones sobre las cabezas de Maduro, su cúpula de gobierno y sus familias, eso se tendría que revisar luego de que la guerra en Ucrania empezó.

La nueva situación que vio EE. UU. fue la de una Rusia que mientras invadía a Ucrania se estaba apoderando, sin ninguna resistencia, de un país en América Latina, Venezuela, donde estaba instalando bases militares. Es como si EE. UU. les estuviera regalando Venezuela a los rusos, en el escenario de la geopolítica mundial. Eso no podía continuar.

EE. UU. entendió que su actual política hacia Venezuela era inconducente y que debía iniciar acercamientos con Maduro. Y si ello molestaba a Colombia, pues ya se inventarían un premio de consolación. ¿Cuál fue? El anuncio de Biden de que designará a Colombia como “aliado no miembro de la Otán”.

Pero el premio de consolación resultó viejo. El congresista republicano Bob Meléndez había anunciado hace cerca de un mes, y tengo prueba porque lo comenté en un Tik-Tak en ‘Semana’, que presentaría un proyecto de ley en esa dirección. Desde luego, si Biden se compromete a acelerarlo, pues más seguridad. Este “honor” nos significa ventajas militares que, en parte, ya tenemos, como asesorías, financiación, tecnologías, maquinarias y equipos de defensa. Pero en ningún caso implica que si Colombia llega a ser atacada, los países de la Otán enviarán sus ejércitos a defendernos, ni viceversa.

En el encuentro privado que hubo primero entre los presidentes, Biden tuvo que haberle explicado a Duque por qué eso estaba sucediendo. Y lo debió dejar bastante sorprendido, porque si en algo ha sido terco Duque es en que no habrá negociaciones con la dictadura de Maduro mientras él sea presidente. Y, hasta ahora, estaba convencido de tener a Biden de socio.

En la agenda en Washington siguió el encuentro con los funcionarios de ambos países, en donde se habló de vacunas, de migrantes venezolanos y de preparativos para la celebración de los 200 años de relaciones bilaterales. Pero la pepa del encuentro era Venezuela. Y al respecto, se confirmó lo que muchos sabíamos: que EE. UU. es un país pragmático, que defiende sus intereses donde le toque hacerlo. Y ahora le tocó hacerlo en Venezuela.

En el nuevo mapa geopolítico, a EE. UU. no le falta razón. Hay que abrir canales para que Maduro tenga alguna interrelación con los gringos. Sobre esos encuentros exploratorios entre funcionarios de los dos países, algunas fuentes sostienen que están más avanzados de lo que sabemos, y que hasta podrían desembocar en reanudación de relaciones diplomáticas en poco tiempo con Venezuela. Al punto de que el jueves la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, cariñosamente conocida como ‘la Chilindrina’, tuvo que viajar a Turquía a explicarle a Lavrov, canciller de Putin, estas movidas con EE. UU., para que los rusos no se encabriten.

Esta mano tendida de EE. UU. le cae bien a Venezuela. Porque los rusos, como sanción, tienen cerrados sus mercados financieros y embargados sus bienes en EE. UU. y en la UE. Si a Rusia le taponan sus canales bancarios con el cierre del mecanismo Swift, Maduro, que trabaja por esas rutas, tendrá grandes problemas en mantener circulando su dinero a través de los bancos rusos.

Asfixiar a Maduro puede no ser la táctica que prefieran en este momento los gringos. Posiblemente cambiándole el garrote por la zanahoria, lo necesitan transando, para poner un freno a la presencia militar de Putin en Venezuela, más reinstaurar, probablemente, relaciones diplomáticas. Puro pragmatismo gringo.

Mientras tanto, Iván Duque admite que en la reunión sí se habló de que EE. UU. “no tiene pensado, al igual que Colombia, convertir a la dictadura venezolana en un interlocutor”. Entonces, no sé cómo se llama que los funcionarios de un gobierno estén hablando con los del otro.

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