Una situación complicada
El punto es simple. Los dos países necesitan acomodos, no tanto por afecto o simpatía, qué tal vez debiera existir; tampoco por afinidades políticas que frecuentemente chocan, sino simple y llanamente por conveniencia
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del martes en Estados Unidos plantea un verdadero problema para el gobierno mexicano. No es que la importancia de México para Estados Unidos haya disminuido. Geopolítica y económicamente, es un país que la potencia estadounidense considera y quiere en su órbita tanto por su proyecto regional como por sus necesidades estratégicas específicas.
Sólo Canadá, un país con seis mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, tiene límites más largos que los de México, con la mitad. Pero a diferencia de aquel, México tiene el triple de población, una audiencia potencialmente considerable entre la minoría latina y es el punto de convergencia para algunos de los mayores desafíos estadounidenses.
El punto es simple. Los dos países necesitan acomodos, no tanto por afecto o simpatía, qué tal vez debiera existir; tampoco por afinidades políticas que frecuentemente chocan, sino simple y llanamente por conveniencia.
Estados Unidos necesitan un socio confiable en términos de seguridad, de suministro y producción económica. México necesita del mercado estadounidense para su desarrollo y por supervivencia, si se quiere decir así.
Estados Unidos para bien o para mal son una realidad en la vida social, económica y política de México; otras regiones del mundo, quizá más afectiva o ideológicamente cercanas para el país o para su gobierno, son por lo pronto entelequias o realidades demasiado lejanas.
Peor aún, son una nación que enfrenta una multiplicidad de problemas en lo que antes fue una hegemonía incontestada. Ahora, hay la creciente impresión de que no puede y no quiere tolerar muchas disensiones. La telaraña de disposiciones internas para enfrentar a algunos enemigos externos puede convertirse en una complicada serie de trampas en cualquier relación con ellos.
El hecho es que dos de las principales prioridades del gobierno Trump tienen relación con México: comercio y migración.
En el primer caso, un tema central es la relación comercial con China, y a querer o no México es una parte importante de la ecuación. Temas como energía, como maíz transgénico, serán de mayor importancia para el gobierno Trump que para el de Joe Biden.
Trump negoció el actual tratado México-Estados Unidos -Canadá (T-MEC). Es viable que busque revisarlo y modificarlo, pero no terminar con él, y eso le abre una puerta del gobierno mexicano.
En el segundo caso, migración es sinónimo aquí de temas de seguridad fronteriza y narcotráfico. No es secreto que los republicanos han expresado hasta intenciones de enviar soldados a México para efectuar ataques contra carteles del narcotráfico, y que el propio Trump desea reiniciar su muro fronterizo. No va a ser una situación fácil: Trump no sólo ganó el voto electoral, sino también una posible mayoría del voto popular, el control del Senado y a reserva de sorpresas, una gran minoría en la cámara baja. No es cualquier cosa: se siente vindicado y su partido fortalecido.
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