When President Obama spoke to a leading Hispanic organization days ago about the difficulties that he is encountering in his efforts to make immigration laws in this country more flexible, many in the room spontaneously began chanting: “Yes we can!” The slogan of the annual convention of the National Council of la Raza celebrated on Monday in Washington, D.C., an ironic reminder Obama’s campaign slogan in 2008, represented a rare moment of confrontation between Obama and Hispanic voters. Obama won 67 percent of the Hispanic vote in 2008, and is used to receiving a warm welcome from his Latino audiences.
Many Hispanics are outraged by the deportation of almost one million people because of laws implemented in the last three years under the governance of Obama. They don’t believe their president when he says he can’t do anything to change the immigration laws because the Republicans block all his efforts.
According to many Hispanic leaders, despite the anti-immigration stance of Republicans in Congress, there are many things that the president can do to use his executive branch authority. For example, they say, he could grant extensions to the deportations of students entering college or the army and those who were brought into the country by their parents as children. Obama has supported the “Dream Act” bill which would offer a path to legalization for these students, but this has been blocked by Republicans in the Senate.
“We are disappointed that the president has not done more to reduce the high number of deportations,” said the president of NCLR after Obama’s speech. “We all agree that we must deport violent criminals, but we do not think that it should also be done with people making a real contribution to this country. We do not think that should be a priority at this time.”
The same day Obama spoke to the National Council of La Raza, I received a call from the Argentine consul in Miami, who called my attention to the case of an Argentine student facing imminent deportation. Later, when I spoke to the young Miyen Spinelli, I could not help wonder why the U.S. government, which is in a financial crisis, is wasting time and money on the deportation of good students.
Spinelli, 23, told me he has no criminal record, graduated in the top 15 percentile of his high school class, attained a degree in sports administration at the University of St. Thomas and is preparing to do his masters in international trade.
Shortly before graduating, during a trip to Maine for a soccer tournament with his school team, the car he was riding in, driven by a friend, was stopped by a policeman. They were not speeding nor violating any traffic law. The police officer said he had stopped them to check the Florida registration the car had.
“He asked for my documents, and then called the Border Patrol,” said Spinelli. “I spent six days in jail, I was then handed a deportation order for August 15, and they then placed an electronic ankle bracelet.” When his story appeared in The Miami Herald on Tuesday, July 26, immigration officials gave Spinelli a one-year extension on his deportation order.
Now the young man hopes that in time, the Dream Act will be approved. It is estimated that there are around 825,000 students in the United States who could benefit from the Dream Act. Most of them arrived in the country at an early age. Some are outstanding students in science and engineering, whose skills the country needs more and more.
Other countries, such as Canada, France, England, Germany and Singapore, make every effort to grant legal visas to the best foreign students, or workers whose skills they need in qualified markets. In Canada, about 36 percent of immigrant visas are granted annually in the category of “qualified visas,” as opposed to just 6.5 percent in the United States, according to a recent study by the Brookings Institute.
My opinion: Deporting qualified students and military volunteers is a waste of time and money by the government; it contradicts the tradition of the United States as being a country of immigrants; and it reduces the creative energy of the United States in a time when other countries are applying immigration policies to attract talent.
The anti-immigration zealots of the Republican Party are hurting the country with their opposition to the Dream Act. But until they regain their common sense, Obama should use his executive powers to delay the deportation of qualified foreign students.
As he told his audience a few days ago, "Yes you can!"
Cuando el presidente Obama habló ante una de las principales organizaciones hispanas días atrás sobre las difi cultades que está encontrando en sus esfuerzos por fl exibilizar las leyes inmigratorias de este país, muchos en la sala empezaron a corear espontáneamente: ¡Sí, tú puedes! La consigna de la convención anual del Consejo Nacional de la Raza celebrada el lunes en Washington, D.C., un recordatorio irónico del eslogan de la campaña de Obama en el 2008, representó un raro momento de confrontación entre Obama y sus electores hispanos. Obama ganó el 67 por ciento del voto hispano en el 2008, y está acostumbrado a recibir una cálida bienvenida de las audiencias latinas.
Muchos hispanos están indignados con las deportaciones de casi un millón de personas implementadas en los últimos tres años bajo el gobierno de Obama. Y no creen al presidente cuando dice que no puede hacer nada para cambiar las leyes inmigratorias, porque los republicanos bloquean todos sus esfuerzos.
Según varios líderes hispanos, a pesar de las posturas antiinmigración de los republicanos en el Congreso, hay muchas cosas que el presidente podría hacer usando la autoridad del poder ejecutivo. Por ejemplo, dicen, podría conceder prórrogas a las deportaciones de estudiantes que entren en la universidad o al ejército y que fueron traídos al país por sus padres cuando eran niños. Obama ha apoyado el proyecto de ley “Dream Act,” que ofrecería una vía de legalización a estos estudiantes, pero este ha sido bloqueado por los republicanos en el Senado.
“Estamos decepcionados de que el presidente no haya hecho más para reducir el alto número de deportaciones”, me dijo la presidenta del CNLR tras el discurso de Obama.
“Todos estamos de acuerdo en que hay que deportar a los criminales violentos, pero no creemos que haya que hacerlo con gente que hace una verdadera contribución a este país. No creemos que esa debería ser una prioridad en este momento”.
El mismo día en que Obama hablaba ante el Consejo Nacional de la Raza, recibí una llamada del cónsul argentino en Miami, quien me llamó la atención sobre el caso de un estudiante argentino que enfrentaba una deportación inminente. Más tarde, cuando hablé con el joven, Miyen Spinelli, no pude dejar de preguntarme por qué el gobierno estadounidense, tan apretado fi nancieramente, está gastando tiempo y dinero en la deportación de buenos estudiantes.
Spinelli, de 23 años, me dijo que no tiene prontuario criminal, que se graduó entre el 15 por ciento del mejor promedio de su clase en la escuela secundaria, alcanzó su título en administración deportiva en la Universidad de St. Thomas, y se está preparando para hacer su maestría en comercio internacional.
Poco antes de graduarse, durante un viaje a Maine para un torneo de fútbol con el equipo de su escuela, el auto en el que viajaba, conducido por un amigo, fue detenido por un policía. No iban a alta velocidad ni habían violado ninguna ley de tránsito.
El policía dijo que los había detenido para comprobar la patente de Florida que tenía el auto.
“Me pidió mis documentos, y después llamó a la patrulla de fronteras”, me dijo Spinelli. “Me tuvieron seis días en la cárcel, y después me entregaron una orden de deportación para el 15 de agosto, y me colocaron un brazalete electrónico en el tobillo”.
Cuando su historia apareció en The Miami Herald el martes 26 de julio, los funcionarios de inmigración le dieron a Spinelli una prórroga de un año de su orden de deportación.
Ahora, el joven espera que, en ese lapso, el “Dream Act” sea aprobado. Se estima que hay alrededor de 825,000 estudiantes extranjeros en Estados Unidos que podrían benefi - ciarse del “Dream Act”. La mayoría de ellos llegaron al país a muy temprana edad. Algunos son estudiantes destacados de ciencias e ingeniería, cuyas habilidades el país necesita cada vez más.
Otros países como Canadá, Francia, Inglaterra, Alemania o Singapur hacen todos los esfuerzos para concederles visas legales a los mejores estudiantes extranjeros, o a los trabajadores califi cados cuyas capacidades necesitan. En Canadá, alrededor del 36 por ciento de las visas inmigratorias son concedidas anualmente dentro de la categoría de “visas califi cadas”, contra apenas el 6.5 por ciento en Estados Unidos, según un estudio reciente de la Brookings Institution.
Mi opinión: Deportar a estudiantes califi cados y a voluntarios militares es malgastar el tiempo y el dinero del gobierno, contradice la tradición de Estados Unidos de ser un país de inmigrantes, y disminuye la energía creativa de Estados Unidos en un momento en que otros países aplican políticas inmigratorias destinadas a atraer talentos.
Los fanáticos antiinmigración del Partido Republicano están perjudicando al país con su oposición al “Dream Act”. Pero, hasta que recobren el sentido común, Obama debería usar sus poderes ejecutivos para demorar las deportaciones de los estudiantes extranjeros califi cados.
Como le dijo su audiencia pocos días atrás, ¡Sí, tú puedes!
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.