The statement made to Prensa Libre by Todd Robinson, new U.S. ambassador in Guatemala, should be understood in its political context. The language of diplomacy nowadays often leaves space for rough interpretation, as is the case with his references to corruption, the lack of a plan for development and the efforts by the International Commission against Impunity in Guatemala.
In the realm of U.S. foreign affairs, when it comes to immigration reform — which sparks the most interest inside of our nation — the answer to the question "Will there be results this year?" is a mystery because it depends on U.S. election results. All that has been said is that in 2016, the topic will "surely be of significant importance to Republicans and Democrats."
Ambassador Robinson has the benefit of having gotten to know Guatemala and its many diverse departments during his last stay here. He'll easily be able to make comparisons of the advancements and setbacks he's seen as they relate to the interests of his own nation, specifically those related to the war on drugs, which are no longer limited to jail time and depenalization but to policies that are "more open and with more options."
The International Commission against Impunity in Guatemala has the support of the U.S. and the other countries that are economically invested in it. This is of particular importance because the commission has vowed to fight against corruption, which it correctly classifies as "a crime." Such statements are aimed without doubt at gaining support from the population and coincide with the U.S. getting fed up with the way Guatemala has been managed by its recent governments.
Signaling that the political parties must have a plan for the country, the appointment of the U.S. representative also coincides with the rejection by the majority of Guatemalans of the way political parties are funded and the way their members take part in all forms of corruption only to then disappear from the political spotlight and let others take their place and deal with the mess they made.
It should be understand that what is happening in Guatemala could affect the balance of the Mesoamerican zone. Robinson's concerns are not only American but are shared by the international community. Guatemalans are also worried about the levels of corrupt governance, which weakens the essence of the state as a base for the principles and canons of democracy.
Las declaraciones a Prensa Libre vertidas por Todd Robinson, nuevo embajador estadounidense en Guatemala, deben ser entendidas en su verdadera dimensión. El lenguaje de la diplomacia actual muchas veces deja poco espacio para las interpretaciones difíciles, como es el caso de las referencias respecto de la corrupción, la falta de un plan de país desarrollado y preparado por los partidos políticos, y los avances para controlar la impunidad que ha logrado la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, y en especial su actual comisionado.
EDITORIAL
En el campo de la política exterior estadounidense relacionada con la reforma migratoria, que despierta el mayor interés dentro del conglomerado nacional, la respuesta a la pregunta acerca de esto es una de las incógnitas por responder, ¿habrá resultados este año?, porque se trata de un tema político, por tanto relacionado con las elecciones y sus resultados. Solo indicó que en el 2016 el tema “seguramente va a ser bastante importante para los republicanos y los demócratas”.
El embajador Todd tiene en su haber el beneficio de haber conocido el ambiente guatemalteco y muchas de las áreas de los diversos departamentos durante su período anterior como parte de los funcionarios estadounidenses de la embajada en Guatemala. Podrá, entonces, con facilidad hacer comparaciones sobre los avances y retrocesos logrados en los temas de interés para su nación, como lo relacionado con las drogas, que ahora no van al encarcelamiento y a la despenalización, sino a programas “más abiertos y con más opciones”.
La Cicig tiene el apoyo de Estados Unidos y los demás países que la han sostenido económicamente. Esto es particularmente destacable porque encaja también con las declaraciones de luchar en contra de la corrupción, a la que correctamente calificó de “un crimen”. Tales criterios sin duda están dirigidos a obtener el apoyo de la población, que coincide con las evidentes apreciaciones estadounidenses de un hartazgo por la debilitación de la manera como el país ha sido manejado por los recientes gobiernos.
Al señalar que los partidos políticos deben tener un plan de país, el representante estadounidense coincide con el rechazo de la mayoría de ciudadanos a causa de la manera como los partidos locales se fundan, se dedican a participar en toda clase de acciones vergonzosas, sus líderes se involucran en la corrupción en cualquiera de sus manifestaciones, y luego desaparecen del panorama político para dejar paso a agrupaciones que simplemente se dedican a superar dichas lacras.
Se debe comprender que a causa de la situación geográfica guatemalteca, lo ocurrido en su territorio puede afectar el balance de la zona mesoamericana. Por eso, lo expresado por el embajador Robinson no solo es estadounidense, sino está compartido por la comunidad internacional, a la que se unen los guatemaltecos preocupados por los niveles de mal gobierno, cuyo efecto es debilitar la esencia del Estado, sobre todo el que funciona con base en los principios y los cánones democráticos.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.