Latin America’s Big Opportunity

Published in Listín Diario
(Dominican Republic) on 2 August 2020
by Jonathaan D'Oleo Puig (link to originallink to original)
Translated from by Madeleine Brink. Edited by Patricia Simoni.

 


 

In 2005, with the ending of the Multifiber Arrangement, a group of economies in Latin America received a serious blow. This agreement had allowed developing countries to export textiles to industrialized countries according to preestablished quotas. Since Asian countries like China, Taiwan and Vietnam, had, and continue to have, an advantage in comparison with their counterparts in Latin America in terms of the export of textiles, when the markets were liberalized, Asian countries were the winners and we the losers.

Mexico closed dozens of textile factories at the border with the United States. In Central America and the Caribbean, the same: A large part of the “free trade zones” where textile production took place significantly reduced their operations or closed definitively, relocating to Asia where they would have more and cheaper access to laborers. In consequence, unemployment in Latin America increased and the economic dynamism of certain regions, like the northern border area of Mexico, shriveled up.

Now, 15 years after that shift, Latin America might have an opportunity to regain its lost territory in the textiles market, thanks to two factors. First is the lack of confidence in China that is a consequence of the COVID-19 pandemic. In parallel, the White House has been engaging in a trade war with Asia, in particular aimed at the Communist dictatorship of Xi Jinping.

The opportunity open to Latin America in this sense is even more important when we consider both the weaknesses of the Asian market and the same advantages our countries enjoy in comparison to the Asian economies. We have some leverage in relation to the exportation of textiles to the United States and to Canada, in particular.

What Advantages Do We Possess?

First, there is the trade balance of our countries with respect to the United States. Currently, most South American countries have a trade deficit with the U.S., which means that overall, we are importing more than what we are exporting to the developed countries of North America. How does this benefit Latin America? Thanks to the deficit, our economies should not be affected by protectionist policies coming from the United States or Canada.

In contrast, in the case of China, the White House has been tightening restrictions significantly on imports due to China’s trade surplus of $400 billion with the United States. It should also be noted that this surplus exists, in part, thanks to the devaluation of the Chinese currency, a strategy promoted by the Communist government to maintain and strengthen the economy’s leadership in export markets. China’s policy of devaluing its currency actually constitutes a violation of the regulations instituted by the World Trade Organization for its member countries: The devaluation of currency artificially tilts the playing field in which economies compete to export and import.

Second, Latin America has an advantage over China because our economies are closer to the United States and Canada — geographically of course, but also politically and culturally. These similarities, in turn, significantly reduce freight costs and increase the fluidity of negotiations between the parties involved, respectively.

Many Latin American countries, including Mexico, Peru, Colombia, the Dominican Republic and all of Central America, have free trade agreements signed with the United States. In Asia, only South Korea, Japan and Singapore have signed free trade agreements with the U.S. The strength of these three Asian countries is not in the exportation of goods that require cheap labor. Instead, they sell goods that are more sophisticated with added value. Therefore, even though they already have a free trade agreement with the U.S., these Asian countries are not a threat for Latin America in terms of the production of textiles for exportation.

In sum, Latin America, especially Central America, Mexico and the Caribbean, should take advantage of current economic circumstances to present proposals to multinational companies, with the goal of convincing them to relocate here. In the medium term, such a strategy can help reduce our high rates of unemployment.

I must be clear, though, that this type of direct foreign investment is not, nor will be, the panacea that brings our region to the next rung in the process of transformation toward becoming a developed economy in the information age. For that, we need to train our human resources via a more sophisticated educational system, and we need leadership that promotes competence and cooperation, as opposed to exploitation and a culture of “take it from you and give it to me.”




En el año 2005 va­rias economías de nuestra región re­cibieron una esto­cada frontal a raíz de la eliminación del Acuerdo Multifibras. Bajo ese acuerdo, naciones en vías de desarrollo podían exportar cierta canti­dad de textiles a países indus­trializados según cuotas pre­establecidas. Dado el hecho de que países asiáticos como Chi­na, Taiwán y Vietnam tenían y, de hecho, continúan tenien­do una ventaja comparativa en la exportación de textiles fren­te a sus contrapartes en Lati­noamérica, al liberalizarse los mercados ellos ganaron y no­sotros perdimos.

México cerró decenas de maquiladoras en la frontera con Estados Unidos. En Cen­troamérica y el Caribe, por igual; gran parte de las zonas francas de producción textil re­dujeron significativamente sus operaciones o cerraron defini­tivamente con el objeto de re­localizarse a un país asiático donde tuvieran acceso a más y mejor mano de obra barata. Consecuentemente, la tasa de desempleo en la región Lati­noamericana incrementó y el dinamismo económico de cier­tas zonas, como la zona de la frontera norte de México, mer­mó.

Hoy, quince años después de aquel revés, Latinoamérica po­dría retomar parte del terreno que perdió en el mercado tex­til. Esto debido a la desconfian­za hacia China que ha genera­do la pandemia del covid-19 emparejada con la guerra co­mercial que la Casa Blanca ha emprendido en contra de Asia, especialmente en contra del gobierno comunista-dictatorial de Xi Jinping.

La oportunidad que tiene América Latina en ese sentido es aún más formidable cuando consideramos no nada más las debilidades del mercado asiáti­co, sino también las fortalezas relativas que tienen nuestros países frente a las economías orientales. Específicamente en lo que tiene que ver con la ex­portación de productos texti­les hacia Estados Unidos y Ca­nadá.

¿Cuáles son esas fortalezas relativas?
Por un lado, está la balanza co­mercial de nuestros países frente a EE. UU. Actualmente, en la ma­yoría de los casos, Latinoaméri­ca presenta un déficit en ese in­dicador lo que quiere decir que, en términos agregados, estamos importando más de lo que esta­mos exportando a los países de­sarrollados de América de Nor­te. ¿Y cómo es que dicho déficit es una fortaleza para Latinoamé­rica? Lo es en el sentido de que pone a nuestras economías fue­ra de la mira de Estados Unidos y Canadá en lo que tiene que ver con políticas proteccionistas.

En el caso de China, por ejem­plo, la Casa Blanca ha estado su­biendo significativamente las restricciones a la importación debido a que ese país tiene un superávit comercial con Estados Unidos en el orden de los 400 mil millones de dólares. Tam­bién es preciso señalar que di­cho superávit se debe, en parte, a la devaluación de la moneda china propiciada por el gobierno comunista como modo de man­tener y robustecer su liderazgo en los mercados de exportación. Esa política de devaluación, de hecho, constituye una franca violación de las reglas institui­das por la Organización Mun­dial de Comercio para los países miembros ya que desnivela arti­ficialmente el terreno de juego sobre el cual los actores econó­micos compiten por oportunida­des para exportar e importar.

Por otro lado, Latinoaméri­ca aventaja a China por el he­cho de que nuestras economías están más cerca de Estados Uni­dos y Canadá no solo en térmi­nos geográficos, sino también en lo que tiene que ver con nuestros sistemas políticos e idiosincráti­cos. Esto, en turno, reduce sig­nificativamente el costo de flete e incrementa la fluidez de la ne­gociación entre las partes involu­cradas en la dinámica de expor­tación-importación.

Varios países Latinoamerica­nos entre los cuales están Méxi­co, Perú, Colombia, República Dominicana, así como toda la región de centroamericana, tie­nen acuerdos de libre comercio suscritos con Estados Unidos. En Asia solo Corea del Sur, Japón y Singapur han suscrito acuerdos de esa naturaleza con los estado­unidenses. Y en el caso de esos tres países asiáticos, su fuerte no es la exportación de bienes cu­ya producción requieren del uso intensivo de mano de obra bara­ta, sino el de bienes con un grado mucho más sofisticado de valor agregado. Por tal razón, a pesar del tratado de libre comercio que tienen con EE. UU., estos países asiáticos no son una amenaza para Latinoamérica en el área de producción de textiles para ex­portación.

En síntesis, por todo lo an­tedicho, Latinoamérica, espe­cialmente las regiones de Cen­troamérica, México y el Caribe, deben aprovechar las actuales coyunturas económicas para re­plantear sus propuestas de valor a compañías multinacionales de la industria textil con el objeto de que se relocalicen aquí. Esto, en el mediano plazo, puede ayudar a aliviar las altas tasas de desem­pleo que predominan en nues­tros pueblos.

Ahora, que quede claro, es­te tipo de inversión extranje­ra directa no es ni será la pana­cea que llevará a nuestra región al próximo escalón en el proceso de transformación hacia econo­mías desarrolladas en la era de la información. Para ello necesita­mos entrenar a nuestros recursos humanos en un sistema de edu­cación más sofisticado y bajo li­derazgos que fomenten la com­petencia y la cooperación; no la explotación y la cultura del “quí­tate tú para ponerme yo”.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link .

Hot this week

Turkey: Will the US Be a Liberal Country Again?

Venezuela: Charlie Kirk and the 2nd Amendment

Malaysia: The Tariff Trap: Why America’s Protectionist Gambit Only Tightens China’s Grip on Global Manufacturing

Spain: Charlie Kirk and the Awful People Celebrating His Death

Mexico: Qatar, Trump and Venezuela

Topics

Turkey: Will the US Be a Liberal Country Again?

Singapore: TikTok Deal Would Be a Major Win for Trump, but Not in the Way You Might Expect

Pakistan: US Debt and Global Economy

Mexico: Qatar, Trump and Venezuela

Mexico: Nostalgia for the Invasions

Malaysia: The Tariff Trap: Why America’s Protectionist Gambit Only Tightens China’s Grip on Global Manufacturing

Singapore: Several US Trade ‘Deals’ Later, There Are Still More Questions than Answers

Related Articles

Singapore: TikTok Deal Would Be a Major Win for Trump, but Not in the Way You Might Expect

Pakistan: US Debt and Global Economy

Malaysia: The Tariff Trap: Why America’s Protectionist Gambit Only Tightens China’s Grip on Global Manufacturing

Germany: It’s Not Europe’s Fault

Spain: State Capitalism in the US