The Poet Javier Sicilia Leads a Caravan Calling on Washington to Rethink Its Anti-drug Policy
Last Sunday in San Diego, Calif., Javier Sicilia, the Mexican poet who abandoned poetry following the murder of his young son, Juan Francisco, in March, 2011, embarked on a pilgrimage that will culminate in the U.S. capital on Sept. 12. Routed through 20 cities, the Caravan for Peace will call on Washington to stop the war on drugs, which is having little effect on the supply of narcotics to the U.S. and is failing to prevent assault weapons sold on U.S. soil from ending up in criminal hands south of the Rio Bravo.
“We are going to tell the American people that behind their addicts and behind the war declared by their government lie our dead and our missing,”* said Sicilia on Friday at a press conference in the Mexican capital before traveling to Tijuana. "This war is jeopardizing democracy. We have to tackle the root causes of the problem and build peace, otherwise we will lose our nation and our rights.”*
Sicilia, leader of the Movement for Peace with Justice and Dignity, will march with 110 people, among them 54 direct victims of the tragedy that, as part of the war on drugs, has left 70,000 dead and 20,000 missing in Mexico, according to figures produced by the Movement. Supported by 80 organizations, the Caravan for Peace will cover 5,840 miles through cities in states like Arizona, Texas, Georgia, Illinois and New York before it reaches the U.S. capital.
The march aims to raise awareness of the futility of the current strategy, of illegal arms trafficking, of the urgent need to combat money-laundering effectively and to renew international agreements aimed at containing criminals, as well as to warn of the threat to immigrants from mafias.
This is the third march for Sicilia, whose mobilizations in Mexico have been successful in giving a voice to victims of the anti-crime initiatives launched by President Felipe Calderon in Dec. 2006. For years, Calderon stood by the argument that the murder victims were known suspects of organized crime. The government’s position fell apart when, among the “collateral damage,” stories began to emerge of women who were on their way to the bakery, students mistaken for villains, teenage athletes mistaken for gang members and even children returning home from a walk.
As a result of Sicilia’s previous two caravans — one through Mexico’s northern states and another through the south — hundreds of relatives of victims overcame their fear and claimed justice for murdered or missing loved ones. The vast majority of the crimes remain unsolved and uninvestigated.
“[The United States] has created a war for us, now we are going to demand they build peace and stop this war,"* said Sicilia just hours before setting off with the latest caravan. How many will join the poet's quixotic crusade on U.S. soil? It’s hard to predict, though many Mexicans living in the United States have relatives still living in the war-torn regions they come from.
Sergio Aguayo, an analyst specializing in Mexican-U.S. relations and, since last year, a supporter of the Alto campaign against arms smuggling, has said “if the American people listen to us, they will understand and they will support us. It’s not neighborly to allow a war to go on, for us to have a humanitarian tragedy due to the greed of a handful of death merchants who are profiting from illegal arms contraband in Mexico, because those arms are being used to massacre my family, my people.”*
Today some of those people will arrive in Los Angeles, the second city on the Caravan for Peace’s route, where a group of American and Mexican artists is expected to add their voices to Sicilia's cry: Stop the war.
*Editor’s note: This quote, while accurately translated, could not be verified.
México marcha por la paz en EEUU
El poeta Javier Sicilia encabeza una caravana para reclamar a Washington un cambio de estrategia antidrogas
Javier Sicilia, el poeta mexicano que dejó la poesía tras el asesinato de su joven hijo Juan Francisco, en marzo de 2011, comenzó este domingo en San Diego, California una peregrinación que rematará el 12 de septiembre en la capital de Estados Unidos. Con escalas en una veintena de ciudades, la Caravana por la Paz reclamará a Washington que detenga la guerra antidrogas que apenas afecta el abasto de narcóticos al mercado estadounidense y además falla en prevenir que armas de asalto vendidas en suelo estadounidense acaben en manos de criminales al sur del Río Bravo.
“Vamos a decirle a la población norteamericana que detrás de sus adictos, y detrás de la guerra declarada por su gobierno, están nuestros muertos y nuestros desaparecidos”, dijo Sicilia el viernes en rueda de prensa en la capital mexicana antes de viajar a Tijuana. “Esta guerra está poniendo en crisis la democracia. Tenemos que atacar el problema de raíz y construir la paz, de lo contrario perderemos nuestra nación y nuestros derechos”.
Junto con Sicilia, líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, marcharán otras 110 personas, entre ellas 54 víctimas directas de la tragedia que, en el marco de la guerra contra las drogas, ha dejado en México 70.000 muertes y 20.000 desaparecidos, según su propio recuento. Apoyada por 80 organizaciones, la Caravana por la Paz recorrerá 9.400 kilómetros a lo largo de ciudades de estados como Arizona, Tejas, Georgia, Illinois y Nueva York antes de llegar a la capital estadounidense.
La marcha quiere llamar la atención sobre la inutilidad de la estrategia actual contra las drogas, el tráfico ilegal de armas, la urgencia de un efectivo combate al lavado de dinero, la necesidad de una renovada cooperación internacional para contener a los criminales y, finalmente, alertar sobre la amenaza que suponen las mafias criminales para los inmigrantes.
Esta caravana es la tercera que emprende Sicilia, quien con sus movilizaciones logró que en México se escuchara la voz de víctimas del combate anticrimen lanzado en diciembre de 2006 por el presidente Felipe Calderón. Durante años, el mandatario mexicano se aferró a un discurso en el que los asesinados eran señalados como sospechosos de estar involucrados en el crimen organizado. La posición del Gobierno se resquebrajó cuando entre esos “daños colaterales” se empezaron a conocer las historias de víctimas que eran mujeres que iban a la panadería, estudiantes confundidos con maleantes, adolescentes deportistas confundidos con pandilleros y hasta niños que volvían de un paseo.
En las dos caravanas previas, —una por los estados del norte y otra por el sur de México—, Sicilia consiguió que cientos de familiares de víctimas de la violencia vencieran el temor y reclamaran justicia por los asesinatos y desapariciones de sus seres queridos. La abrumadora mayoría de los crímenes no son investigados ni resueltos.
“[Estados Unidos] nos ha creado una guerra , ahora les vamos exigir que construyan la paz y paren esta guerra”, afirmó Sicilia horas antes de iniciar la nueva procesión. ¿Cuántos se sumarán en terreno estadounidense a la cruzada quijotesca del poeta? Es difícil de prever. Sin embargo, muchos de los mexicanos que viven en Estados Unidos provienen de regiones asoladas por la violencia, donde, en muchos casos, aún viven sus familiares.
Sergio Aguayo, analista y estudioso de las relaciones entre México y EE UU, y quien desde el año pasado promueve la campaña Alto al contrabando de armas, ha dicho que “si nos escucha el pueblo estadounidense nos va a entender y nos va a apoyar. No es de buenos vecinos dejar que siga una guerra, que tengamos una tragedia humanitaria por la codicia de unos cuantos mercaderes de la muerte que están aprovechándose de ese contrabando ilegal de armas a México, porque esas armas están sirviendo para masacrar a mi gente, a mi pueblo”.
Una parte de ese pueblo llegará hoy a Los Ángeles, la segunda ciudad del recorrido de la Caravana por la Paz y donde está previsto que un grupo de artistas de Estados Unidos y México se unan al reclamo de Sicilia: detener la guerra.
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It wouldn’t have cost Trump anything to show a clear intent to deter in a strategically crucial moment; it wouldn’t even have undermined his efforts in Ukraine.