WASHINGTON.- Estados Unidos mira con inquietud lo que ocurre en la Argentina; voces que importan en esta capital urgen tejer consensos y soluciones con celeridad. Lamentan que el Gobierno actúe apoyado en una visión de “suma cero”, en la que lo que uno gana lo pierde otro, y viceversa.
Sienten, también, que la Casa Rosada decidió utilizar el conflicto con el campo como “punta de lanza” para reafirmar su agenda en un momento complicado.
“Es algo natural que cuando un país pasa por una crisis, como la que la Argentina vivió en 2001, la sociedad cierre filas detrás de algunos líderes políticos. Pero también es natural que cuando lo peor de la crisis quedó atrás aparezcan los disensos, que cada uno quiera mejorar su posición”, comentó a LA NACION una voz de referencia en la capital norteamericana.
El subsecretario de Estado para América latina, Tom Shannon, evitó entrometerse en lo que definió como “un asunto doméstico”, en diálogo con LA NACION. Tanto él como su equipo en el Departamento de Estado continúan centrados en mejorar la relación tras el cimbronazo de diciembre alrededor del caso Antonini Wilson.
Por eso Shannon prevé viajar, el mes próximo, a Buenos Aires.
Posiciones diferentes
Pero aquella primera visión y la cautela pública de Shannon se combinan con otras posiciones más críticas esbozadas en el Capitolio y en la academia, ante la consulta de LA NACION.
“Estos primeros siete meses fueron un fracaso para los Kirchner de muchas maneras”, afirmó la experta del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), Shannon O Neil.
“Primero, los efectos negativos económicos e inflacionarios de sus políticas monetaria y fiscal escalaron más rápidamente de lo que muchos esperaban. Segundo, las decisiones políticas de Cristina -en particular, los impuestos más altos a las exportaciones agrícolas- agravaron las tensiones políticas y están lastimando la economía no sólo en lo inmediato por el miedo a la escasez, sino también en el mediano y largo plazo”, lamentó.
Tres semanas después del encuentro entre el jefe de la bancada republicana en el subcomité para América latina del Senado, Richard Lugar, y el embajador ante la Casa Blanca, Héctor Timerman, el legislador observa la evolución argentina. “Nos preocupa mucho que el pueblo argentino pueda pasar otra vez por una crisis. Esperamos ver que la situación se normalice”, explicó su principal asesor para la región latinoamericana, Carl Meacham.
Buscar alternativas
O Neil, a cargo de la dirección de un grupo que analiza la política de Estados Unidos hacia América latina y cómo mejorarla, planteó que la Casa Rosada deberá sondear otro camino: “En el corto plazo, para reducir las tensiones, el Gobierno debería cambiar de curso ante los agricultores. Quizá más importante, debería cambiar su rumbo para posibilitar el crecimiento económico sustentable en el largo plazo, alentado por más inversiones en el sector agrícola. Si no, la Argentina caerá en la clásica «maldición del recurso», en la que los precios más altos de las commodities pueden llevar a producir menos debido a la intervención oficial en esas áreas de la economía”.
Meacham señaló un efecto colateral de esas políticas gubernamentales, que se combinan con la “argentinización” de algunos activos que estaban en manos de extranjeros, la retirada voluntaria de otros por estadounidenses, españoles y franceses, el repudio al Fondo Monetario Internacional o la ausencia de un acuerdo con el Club de París.
“Si hay una crisis, será más aislada que en 2001. No hay muchas empresas norteamericanas o europeas urgiendo a sus gobiernos a involucrarse como siete años atrás. Si empeora la situación, ¿a quién le importará más? ¿A los brasileños con inversiones allí?”, comentó Meacham.
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