Edited by Alex Brewer
Obama hace historia
Editorial de El País*
Socialismo, socialismo, clama con la desfachatez propia de la ignorancia o la mala fe la extrema derecha del partido republicano. Estados Unidos, tras varias tentativas y salidas en falso, está a punto de homologarse con las demás democracias avanzadas en la existencia de un sistema de Seguridad Social universal.
La Cámara de Representantes aprobó el sábado por sólo dos votos de mayoría —220 sobre los 218 necesarios— con la defección de 39 demócratas y el voto afirmativo de un único republicano, un proyecto de ley que aún tiene que pasar el cedazo del Senado, lo que se espera, no sin áspera refriega, para antes de fin de año. Pero éste ya es un gran paso en la revolución, a escala de una clase política básicamente moderada como la norteamericana, que había prometido en su campaña el presidente Obama. Según el proyecto, 36 de los 46 millones de ciudadanos que carecían de esa protección —una cobertura del 96%,— tendrán acceso a un sistema de salud en lo fundamental gratuito, del que podrán servirse, asimismo, los residentes extranjeros; con ello, sólo quedará desatendida la inmigración ilegal.
El plan, con un coste no inferior al billón de dólares (700.000 millones de euros) para los próximos 10 años, consiste en una ampliación del servicio médico gratuito (Medicaid) para los más pobres, y subsidios para que las personas de ingresos modestos puedan suscribir pólizas privadas de asistencia sanitaria. A este planteamiento se había opuesto la derecha más extrema y otra que no lo parece tanto. Los primeros son los que se dicen defensores de las libertades ciudadanas —entre ellas, sin duda, la de morir sin asistencia médica— y los segundos, más circunspectos, argumentaban que no era éste el momento, con la crisis destrozando la macro y la micro economía, de meterse en gastos. Pero el razonamiento vale exactamente para lo contrario: lo que pide el empobrecimiento general y es mayor inversión pública. Y, por añadidura, la Administración asegura que el sistema pondrá fin a una pésima gestión de recursos públicos. Cada norteamericano gasta o cuesta al año 7.300 dólares (5.000 euros) en atención sanitaria, el doble que en países europeos tan supuestamente estatalizados como Alemania o Francia.
Los ciudadanos que superen el umbral de ingresos que les permita acogerse al plan, deberán contratar con aseguradoras privadas, o servirse de la cobertura costeada por su propia empresa, si gozan de tales beneficios. Y no hace falta decir que tras las exclamaciones de falso y dolorido patriotismo e invocación a libertades ancestrales de las que eran portadores los Padres Fundadores están los intereses de los dispensadores privados de salud y de acción preventiva contra la enfermedad y el declive físico.
Estamos ad portas de lo que puede ser un gran éxito del presidente demócrata; de lo que puede ser el primer gran elemento definidor de su mandato. Falta muy poco para decir: ´Sí, pudimos´.
*Editorial,
de El País de Madrid,
para La Razón.
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