Justo cuando la ciudad de Los Ángeles declaraba un boicot económico contra el estado de Arizona por la nueva ley de inmigración al considerarla anticonstitucional y racista, sorpresivamente varias encuestas dieron a conocer que una mayoría de estadounidenses está a favor de la legislación.
Esos resultados fueron como un jab a la mandíbula. El cimbronazo descolocó a muchos, mostrando una realidad diferente, contradictoria, de la que la prensa no se venía haciendo eco. Es que cuando parecía que todos se sumaban convencidos a voces y manifestaciones estruendosas de protesta y repudio, organizadas por artistas, activistas, políticos y hasta por el presidente Barack Obama, quien ordenó estudiar cómo bloquear la ley, una mayoría silenciosa de ciudadanos, daba un veredicto muy diferente.
El 73% de los estadounidenses, según sondeos similares del Centro de Investigaciones Pew y de McClatchy-Ipsos, está a favor de la Ley SB1070 que a partir del 29 de julio criminaliza la inmigración ilegal en Arizona, permitiendo a la policía detener e interrogar a una persona por su condición migratoria. La mayoría tampoco considera que la ley conculcaría sus derechos civiles y cree que es positiva para frenar la inseguridad y el desempleo, dos valores que muchos ligan al problema irresuelto de doce millones de indocumentados en el país.
Merece también la atención que mientras muchos dirigentes pensaban que las protestas públicas del 1 de mayo en decenas de ciudades importantes ayudarían a conseguir una victoria segura contra la ley de Arizona, el tema pasó casi desapercibido en las redes sociales, siempre predispuestas al contagio viral. El sitio de Facebook que reclama “1,000,000 en contra de la ley de Inmigración de Arizona” sólo tiene algo más que un centenar de seguidores, mientras el que convoca al “Boicot a Arizona por pasar una Ley Antiinmigración”, sólo alcanza a 8,800 miembros.
Las mediciones de opinión tienen la capacidad de ayudar a moldear las fuerzas políticas; quienes parecen minorías, de repente pueden transformarse en mayorías. Las nuevas tendencias cambian conductas y desinhiben a quienes se mantenían en silencio o políticamente correctos por temor de ser criticados. En la sociedad política, la opinión de la mayoría es como el viento de cola al planeador. Vale como ejemplo el procurador general de la Florida, Bill McCollum, quien, después de criticar la ley, ahora dijo que apoyaría una similar en su estado.
En situaciones convulsionadas y polarizadas, se corre el riesgo que los políticos actúen demagógicamente tratando de halagar o escudarse en las mayorías, aún si están equivocadas, prestándole demasiada atención a muestras de opinión que pueden cambiar radicalmente según el contexto y los hechos del momento.
Esto ocurre en la carrera presidencial de Colombia, donde los candidatos principales, Antanas Mockus y Juan Manuel Santos, se disputan día tras día la predilección de un electorado que cambia, en gran medida, según las declaraciones que sobre ellos hace el presidente Hugo Chávez.
Más allá de la legislación que promulgó la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, el 23 de abril y de los malos resultados de las encuestas para las minorías, lo positivo es que esta nueva ley despertó el debate y puso a la inmigración de nuevo en igualdad de condiciones con la crisis económica, las guerras y la reforma de salud; y a la búsqueda de una solución federal integral.
La ley es de singular trascendencia no sólo para EUA, sino para Latinoamérica, el mayor “proveedor” de inmigrantes y mayor beneficiario de las remesas familiares. La migración es un problema que afecta a todos y en cada país latinoamericano existen los mismos problemas de discriminación y de xenofobia que se le achacan a la Ley SB1070. Sólo vale preguntarse: ¿Cómo es la situación de los indocumentados paraguayos en Argentina?, ¿de los argentinos en Perú?, ¿de los peruanos en Chile?, ¿de los colombianos en Venezuela?, ¿de los haitianos en Dominicana?, ¿de los centroamericanos en México?, ¿de los hondureños en Nicaragua? o ¿de los nicaragüenses en Costa Rica?
Sería deseable que los legisladores mexicanos y los presidentes de la Unasur que han criticado fuerte y genuinamente la ley de Arizona aprovecharan el debate para generar opiniones, reflexión y, también, legislación más adecuada en cada uno de los países.
Part of our problem in the U.S. is that the media is owned by an ever more powerful plutocracy, that has managed to gain control of almost all the major news outlets, and is even making forays into the internet, censoring news comments not for any violation of terms, but for the message a post may convey, for it’s ideas.
At this time, our government is doing all it can to allow illegals in without resistance. There is only one purpose to it, and that is to flood the workforce with labor that needn’t be paid adequately, needn’t be given health benefits (Ronald Reagan signed it into law that they MUST be treated at emergency rooms, and so placed the onus for their health-care on the general public), and cannot report their employers for any breach of worker’s rights, such as sexual harassment, violations of OSHA regulations (plant safety), or pay discrimination.
The U.S. government is doing this on the orders of wealthy corporate donors…the same class that has taken over most of our media.
It is no wonder that the media is trying to portray the Arizona law as something it’s not, or that even the President is misleading whoever will listen as to the “profiling” aspect of this state regulation.
Corporate America does not want illegals stopped from entering the country…their wholly owned congress & president are just following orders.
In the meantime, American workers are being supplanted, and the crime rate in our border states has reached a critical level, with innocent ranchers being shot just for being in the wrong place at the wrong time.
Of course most American citizens agree with this law, if the federal officials will not abide by their oaths of office, then the States must take action to protect their citizens, regardless of the self-serving demands of the plutocracy.