“No soy racista”
Phoenix, Arizona. A Joe Arpaio le gusta presentarse, al igual que en su libro, como el sheriff más duro de todo Estados Unidos. Pero para muchos inmigrantes e hispanos, Arpaio es simplemente el sheriff más odiado. Arpaio, de 78 años, ha ganado desde 1992 cinco elecciones consecutivas como sheriff del Condado de Maricopa, que cubre el área metropolitana de Phoenix. Se ha dado a conocer por vestir de rosa a sus prisioneros, por alojarlos en unas carpas al aire libre bajo temperaturas de 130 grados farenheit y por su infatigable lucha para detener a inmigrantes indocumentados.
Uno podría pensar que la decisión de la jueza federal, Susan Bolton, al bloquear partes de la ley SB 1070 de Arizona, le impediría al sheriff Arpaio y a sus agentes el detener, cuestionar y arrestar a indocumentados. Pero en una reciente entrevista me quedó claro que Arpaio sigue haciendo exactamente lo mismo que antes.
“No he cambiado nada”, me dijo. “Seguimos haciendo nuestro trabajo”. Y luego me contó que la noche anterior habían arrestado a decenas de personas, incluyendo a tres indocumentados. “Estoy haciendo lo mismo que he estado haciendo por los últimos tres años”, insistió. “Nada ha cambiado”.
La principal acusación de organizaciones latinas y de derechos humanos contra el sheriff Arpaio es que arresta a personas que parecen ser hispanas, sólo por su aspecto físico y su acento al hablar inglés. Pero él lo niega. “Yo aplico la ley a todos. Yo arresto a todos, no sólo a latinos”.
¿Usted no ordena a sus agentes a detener gente que parece latina?, le pregunté. “Nunca hacemos eso. Eso sería utilizar perfiles raciales,
No hacemos eso… El Departamento de Justicia, por medio de una demanda, me ha estado investigando por año y medio para ver si utilizamos perfiles raciales. ¿Cuál es el problema? Aquí seguimos”.
La directora ejecutiva en Arizona de la Unión Americana de Libertades Civiles, Alessandra Soler, me dijo en una entrevista que los latinos tienen mayores probabilidades que los blancos de ser detenidos por la policía en el estado. Arpaio no está de acuerdo. “Desde luego que están equivocados. ¿Tú crees que yo les hago caso? A ellos les gusta demandar a todo el mundo. No me importa lo que ellos digan”.
Bueno, dígame ¿cómo se ve un inmigrante indocumentado? Hizo una pausa, me vio a los ojos y luego me contestó: “No sé, son gente normal”.
¿Y cómo se ve la gente normal? “Es sólo gente, seres humanos”.
Los críticos del sheriff Arpaio aseguran que debería dedicarse a perseguir a verdaderos criminales -narcotraficantes, asesinos, violadores, ladrones- y no a personas cuyo único interés es trabajar. Pero para él todos los indocumentados son “criminales”.
“En el momento en que ellos cruzaron nuestra frontera, violaron nuestras leyes. ¿Cómo le llamas a eso?” me dijo. “Es una violación de la ley. Son criminales. Eso es lo que dice la ley”.
Arpaio es un apellido italiano. Su familia vino de Europa. “Legalmente”, él apunta inmediatamente. Y si él estuviera encargado de la política migratoria de Estados Unidos ¿trataría de deportar a los 11 millones de indocumentados? “Haría lo mismo que estamos haciendo aquí”, me explicó.
Para finalizar, Arpaio me aseguró que tiene “compasión” por los inmigrantes. Pero que antes que la compasión está su obligación de cumplir la ley. “Me llaman Hitler y muchas otras cosas, todos los días, frente a mis oficinas. ¿Eso va a evitar que yo haga mi trabajo? No. No soy un racista”.
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