Adiós a Iraq
Las tropas de combate de Estados Unidos se van para su casa, dejando atrás a más de 4.000 compañeros muertos y la devastación de los cadáveres de unos 100.000 iraquíes, en medio de un país en caos, que no ha podido formar gobierno y donde el índice de desempleo alcanza el 60%.
Algún subofical despistado, alegre por el retorno, exclamó ante las cámaras de televisión: “Nos vamos a casa. ¡Ganamos la guerra!” ¿Es así? ¿Cuál guerra? ¿Qué objetivo tenía? ¿Dónde están las armas de destrucción masiva que fueron la justificación para invadir Iraq?
Atrás quedan mucho dolor y varios problemas nuevos, generados por la presencia estadounidense en Iraq. Desde luego, atrás queda la muerte en la horca de Sadam Hussein, las torturas en la cárcel de Abu Dabi o la sangrienta batalla de Faluyah en 2004. Pero también la incancelable división entre sunitas y chiítas, el separatismo de los kurdos, la falta de un tejido económico e incluso un gobierno iraquí que se pueda hacer cargo de la lamentable situación.
Aunque es cierto que la violencia ha disminuido y la capacidad de las fuerzas de seguridad locales ha aumentado, el atentado suicida del pasado martes en Bagdad, con saldo de 59 muertos, demuestra que la situación está lejos de ser normal. Además, Al Qaeda, que no existía antes de la invasión, aprovechó el sentimiento antiestadounidense para sentar reales en el atribulado país y constituye una seria amenaza hacia el futuro.
Todo es confuso. Para la mayoría de los civiles entrevistados por los medios internacionales el retiro de las tropas es “una bendición”, pero para el general Bebaker Zebari, comandante de las Fuerzas Armadas iraquíes, es “prematuro” y considera que las Fuerzas Militares estadounidenses debieran quedarse hasta el 2020.
Más grave: buena parte de la responsabilidad asumida por las tropas estadounidenses pasará a empresas privadas de seguridad. Según Hillary Clinton, estos contratos en Iraq pasarán de 2.700 a 6.000 ó 7.000. El país será invadido por mercenarios que, por lo general, muestran menos respeto a los derechos humanos que las fuerzas armadas públicas. También se quedarán en Iraq decenas de vehículos blindados y varios helicópteros de avanzada tecnología.
Pero lo más delicado es que, tras las elecciones del pasado 7 de marzo, la fuerza mayoritaria no ha logrado aliados confiables para formar gobierno. El país está en la interinidad y las tropas se manejan solas. Incluso parece que la opción más posible sea la de formar gobierno con el clérigo chiíta Muqtada Sadr, enemigo de EstadosUnidos y cercano al gobierno iraní.
Tal parece que lo único que ganó Estados Unidos fue una buena lección: el uso de la fuerza es una posibilidad última que, además, no debe de hacerse sin el consenso de la comunidad internacional. Hoy, los ‘policías del mundo’ no tienen cabida. Y por el contrario, pese a su poder bélico terminan atrapados como en Afganistán e Iraq, donde los pueblos se resisten a cualquier tipo de invasión, así se justifique en el combate al terrorismo.
Estados Unidos no ganó, ni Iraq tampoco. Ni guerra, ni paz. No podría existir nada peor.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.