El alcance de una eventual victoria republicana debe ser relativizado, subraya el senador republicano John Cornyn, citado por Huffington Post: “Aunque controlásemos el Congreso, a menos que controlemos el Senado y obtengamos 60 escaños, no podremos aprobar leyes”.
Bastó una encuesta para reavivar las especulaciones en torno a las elecciones estadounidenses de mitad de período, previstas para el 2 de noviembre, y cuyos resultados son tradicionalmente desfavorables al poder establecido. Desfavorables, pero no necesariamente catastróficos, como predecían los sondeos anteriores. The Washington Post, mediante un sondeo con ABC News, dejó a mal traer el triunfalismo mostrado hasta ahora por los republicanos.
Los demócratas estarían en vías de recuperar terreno: “Los demócratas han reducido a la mitad la ventaja del Partido Republicano desde comienzos de septiembre en la pregunta de por qué candidato votarán los electores el 2 de noviembre”. El autor destaca sin embargo que esta recuperación corre el riesgo de no ser suficiente, sobre todo frente a republicanos más decididos que nunca. En efecto, de la encuesta se deriva que “cerca de tres cuartas partes de los republicanos estiman que las elecciones de 2010 son más importantes que las del pasado”.
Los resultados de esta encuesta tienden, en todo caso, a demostrar la eficacia de la estrategia de campaña demócrata, la misma que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca en 2008, según señala el sitio noticioso Slate. “Nuestro Presidente, aunque largo tiempo distendido, se da cuenta por fin del peligro”, destaca el autor, que se niega al mismo tiempo a minimizar la amenaza. “Habrá una marea. Los republicanos recuperarán bancas en la cámara y el senado. El tema es conocer la amplitud de esta marea. Pero esta parece en vías de perder tamaño”.
Concretamente, el autor atribuye esta recuperación de popularidad a una toma de conciencia entre los “demócratas apáticos, que por fin se preocupan por las elecciones y deciden votar”.
Popularidad preocupante
Para el diario Los Angeles Times, el modesto vigor recuperado por los demócratas puede medirse según la recolección de fondos de campaña (16 millones de dólares en septiembre, de los cuales lo esencial “proviene de categorías modestas del electorado demócrata”), así como de “los esfuerzos potenciales de miles de electores ocasionales e indecisos”. Dicho esto, si bien la tasa de popularidad del Presidente tiende a mejorar, “se mantiene en un nivel preocupante en período electoral”.
Esta inflación de los sondeos debe ser observada con prudencia, declara el Weekly Standard. Citando otra encuesta Gallup, que pone en evidencia una clara ventaja de los republicanos y predice una debacle demócrata “digna de los ’20”, el diario presiente que “los dos partidos se mostrarán finalmente bien disciplinados, con 95% de los republicanos votando republicano y 95% de los demócratas votando demócrata”. El mismo análisis viene por el lado del sitio Politico, que vislumbra un resultado potencialmente favorable a los demócratas en estados clave como Washington, California e Illinois. Y ello gracias al “regreso a casa de los ‘leales’”, una tendencia de la que “los dirigentes demócratas están convencidos y que hasta los republicanos reconocen en privado”. Por lo demás, el alcance de una eventual victoria republicana debe ser relativizado, subraya el senador republicano John Cornyn, citado por Huffington Post: “Aunque controlásemos el Congreso, a menos que controlemos el Senado y obtengamos 60 escaños, no podremos aprobar leyes”, explica. “No debemos alimentar ambiciones desmesuradas en cuanto a lo que podremos hacer en los próximos dos años”.
¿Igual a Jimmy Carter?
Entre el flujo de comentarios tras la encuesta Washington Post-ABC News, comienzan a surgir las comparaciones históricas. Para el sitio Salon, “este momento de respiro podría no ser más que un espejismo”: el autor compara estas elecciones con las de 1994, en que el Partido Demócrata perdió su mayoría en la Cámara. El peligro es hoy aún mayor, advierte el autor, si se considera que “la situación actual de la economía es bastante peor que en esa época”.
Más grave todavía, el diario británico The Independent ve en Barack Obama a un doble de Jimmy Carter, el ex Presidente demócrata que dejó el poder al final de los ’70, batiendo récords de impopularidad. Para el autor, los puntos comunes entre ambos políticos son numerosos: “Los dos pueden preciarse de algunos éxitos”, “los dos son sin duda hombres excepcionalmente inteligentes”, “pero los dos han visto su racionalidad (es decir su capacidad de ver al mundo tal como es y no como quisiéramos que fuera) percibida como una debilidad”. Para el autor, “lo esencial de sus problemas provienen de las excesivas expectativas de los estadounidenses respecto de su presidente, sobre todo en la economía”.
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