WikiLeaks: Do Limits Exist for Freedom of Expression?

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WikiLeaks: ¿existen límites para la libertad de expresión?

Por: Diego Torres | 5:54 p.m. | 13 de Diciembre del 2010

Al parecer, el peor enemigo de los norteamericanos son ellos mismos, y para la muestra, la reciente e inmensamente embarazosa salida a la luz pública de cientos de comunicaciones entre el gobierno norteamericano y sus diferentes estamentos diplomáticos en todo el mundo. A pesar de todos los intentos de restarles importancia a los rumores diplomáticos de pasillo, en los cuales la arrogancia del cuerpo diplomático norteamericano hace gala de su más alta expresión, la misma “libertad de expresión” que ellos defienden a ultranza juega esta vez en contra de ellos. Al parecer, nada detiene la filtración de documentos de la organización WikiLeaks, ni siquiera la detención, en Londres, bajo cargos de abuso sexual por parte del Estado sueco, de uno de sus fundadores, y la cabeza más visible del grupo, el australiano Julian Assange.

En realidad, si se miran con cuidado los documentos hasta ahora revelados, no hay nada que sorprenda: que Brasil sabía que las Farc estaban en Venezuela; que el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, es un buen amigo de los rusos y le gustan las fiestas con jovencitas; que los Chinos no saben qué hacer con Corea del Norte, que Irán está actuando de manera sospechosa; que la guerra en Afganistán va de mal en peor, pero que mejor decir lo contrario. Hasta acá no ha aparecido nada que cambie la situación en el mundo actual, aparte, claro está, de hacer sonrojar a la secretaria de Estado Hillary Clinton, cada vez que le pregunten por todo el mundo por uno que otro comentario de su cuerpo diplomático.

Lo que sí es realmente interesante son algunas preguntas que surgen de inmediato: ¿Quién entregó los documentos y por qué?, ¿cuáles serán los efectos de los documentos en la política internacional norteamericana?, ¿qué postura asumirá la opinión publica dentro de los Estados Unidos? Y sus respuestas irán apareciendo en el curso de las próximas semanas o décadas, en una novela internacional en la que cada día trae sus sorpresas. Sin embargo, hay conclusiones lógicas, y además embarazosas, para el gobierno y la sociedad norteamericanos.

La fuente se encuentra dentro del gobierno estadounidense, y no es una fuente de bajo nivel, tal vez son varias fuentes cansadas del trato del Gobierno, y con animo de lucro, lo cual no es de extrañar en una sociedad obsesionada con el dinero y en plena crisis económica, eso pasa hasta en las mejores familias. La política internacional no cambiará mucho, a pesar del mal momento del Estado norteamericano, las perspectivas de un futuro en el cual un país como China sea la nueva potencia mundial no son para nada alentadoras, si no, mírese la indecisión de China para manejar el problema con Corea del Norte, que contrasta con la rápida acción norteamericana; los documentos demuestran la clara política estadounidense de tratar de entender el comportamiento de los Estados y sus dirigentes, el Estado norteamericano no es tan simple como muchos han llegado a pensar, y tal vez conoce mejor a los gobiernos extranjeros que lo que ellos mismos son capaces de intuir.

Respecto a la posición de la sociedad norteamericana, ese es un problema que sí preocupa al gobierno estadounidense. Los norteamericanos defienden a ultranza su primera enmienda, y una de sus implicaciones más poderosas: la libertad de expresión; sin embargo, cuando se refiere a su seguridad nacional y su política internacional, se ven en problemas para justificar las actuaciones de su gobierno. Lo deseen o no los estadounidenses, el gobierno norteamericano posee un enorme poder de infiltración, el cual ha usado a nivel internacional, y del cual no es claro su uso a nivel local. No debería sorprendernos que en el futuro se revele que el Gobierno ha espiado a una gran parte de sus ciudadanos, políticos opositores, y empresas, de manera indiscriminada y sin autorización de entes judiciales. Esto representaría un enorme problema para la administración (o administraciones) responsable de dichos seguimientos. Ya existe el precedente del caso Watergate, que tumbó al presidente de la época, Richard Nixon, por ‘chuzar’ al partido opositor en plena campaña de reelección (vale la pena recordar que la técnica de espiar a los opositores políticos por parte del gobierno de turno no fue inventada en Colombia).

Por último, se debe reconocer que los diplomáticos norteamericanos están realmente empeñados en servir a su país, y se mantienen ocupados trabajando para los sistemas diplomáticos norteamericanos, algo que no siempre se puede afirmar del caso colombiano, en el cual aún la diplomacia es usada para pagar favores políticos, y no pocas veces los diplomáticos pasan sin pena ni gloria por sus posiciones en el mundo, sin siquiera ser notados por los ciudadanos colombianos en el extranjero.

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