Barack Obama and the Photographs

 

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Posted on May 18, 2011.

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La decisión de Obama de no hacer públicas las fotografías del cadáver de Osama Bin Laden puede parecer una acción de genuina prudencia; sin embargo, revela una tendencia a la poca transparencia que ha marcado su presidencia. Justificó que las imágenes del cuerpo del líder de Al Qaeda con un disparo en el pecho y otro en la cabeza podrían despertar sentimientos antiestadounidenses, incitación a más violencia o considerarse un método de propaganda.

Pero la censura tampoco actúa de bálsamo para estos males. Muchos no necesitaron ver para creer, festejando con champagne y cerveza en Times Square en Nueva York, lo que motivó amenazas de grupos terroristas, como la misma Al Qaeda, que quiere vengar la muerte y los festejos, con más atentados contra EEUU. Otros son escépticos por naturaleza, incluso si vieran las fotos, igual imaginarían conjeturas y conspiraciones. Como el gobierno iraní, que le da igual negar el holocausto judío, como decir que Bin Laden murió mucho antes por su debilitada salud, pese a que los sobrevivientes en la fortaleza de Abbottabad, confirmaron el ataque de los Navy Seals.

No es la primera vez que Obama está marcado por la polémica que desatan las imágenes. Pocos días antes de la operación Gerónimo, en televisión nacional, demostró con partida de nacimiento en mano que no era extranjero. Y a principios de su mandato, evitó a toda costa que la Justicia obligue al Pentágono a divulgar fotografías de torturas a prisioneros en Irak y Afganistán. Entonces, ahora, y durante el escándalo que produjo la filtración de documentos de la diplomacia a través de Wikileaks, Obama y los militares argumentaron que la divulgación del material pondría en peligro la seguridad de las tropas e incentivaría a Al Qaeda a reclutar más terroristas, lo que nunca sucedió.

Si se permite que el gobierno decida lo que el público debe ver, saber o no, se corre el riesgo de alimentar actitudes paternalistas que irán empeorando, ya que el gobierno tiene tendencia natural a clasificar, censurar y proteger la seguridad nacional, a expensas de la libertad de expresión. Las imágenes del cadáver y de su sepultura en el mar Arábigo tienen un intrínseco valor noticioso e interés público, dado que se trata de la persona más peligrosa del planeta, perseguida sin éxito durante una década por la mayor potencia mundial.

Al final, la decisión de no divulgar algo morboso por pudor, o hacerlo a cuentagotas como ahora, tiene un efecto contrario y más sensacionalista, si se considera que la imaginación colectiva por lo desconocido, aviva más conjeturas que lo que podría provocar un par de fotos escandalosas. Así lo alimentan las explicaciones de los legisladores que tuvieron acceso a las fotos y videos que muestran a Bin Laden y el contenido de su diario íntimo, que prueba como elucubraba sobre el impacto de futuros atentados en Washington, Los Angeles y Chicago.

La foto más evocativa de la operación del 1 de mayo fue la que divulgó la Casa Blanca creyendo que así confirmaría los hechos en forma prudente. En ella se observa a Obama, Hillary Clinton y personal de Seguridad Nacional mirando atónitos imágenes en directo de la operación. Para mí, no es una prueba sino del equivalente a mirar el festejo de fanáticos en una tribuna de fútbol.

Obama tiene que hacer lo que predica: ser más transparente. Su obligación es ser abierto y ajustarse a la verdad. Por más que duela o sea indecente.

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