The Audacity of Belief

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La audacia de las convicciones

Por: SERGIO MUñOZ BATA | 5:49 p.m. | 23 de Mayo del 2011

Sergio Muñoz Bata

Si Obama quiere convencernos de que las diferencias con su antecesor son abismales, que lo demuestre arriesgando una parte de su capital político para beneficiar a los jóvenes hispanos.

Sería apenas un anticipo de la enorme deuda que Obama tiene con los hispanos.

Al igual que sucedió cuando George W. Bush estuvo en el poder, Barack Obama lleva años anunciando su intención de reformar integralmente el desastroso sistema migratorio nacional y fracasando en su empeño porque los republicanos en el Congreso y sus cajas de resonancia en los medios de comunicación ultraderechistas se oponen a la reforma.

Como Bush, Obama ha gastado millonarios recursos reforzando la frontera sur, pero, a diferencia de Bush, en estos dos últimos años el número de personas que han sido deportadas en nombre de la seguridad nacional ha sido exorbitante y en muchos casos, injustificado.

En su intento por paliar la situación, varias organizaciones defensoras de los migrantes le han pedido al presidente Obama que ordene la suspensión del programa llamado Comunidades Seguras, que si bien ha servido para deportar a miles de criminales, su aplicación indiscriminada es la que ha propiciado la deportación masiva de personas indocumentadas que no eran delincuentes y ha creado pánico en la comunidad latina. También le han solicitado que, valiéndose de sus atribuciones presidenciales, proteja de una posible deportación a los jóvenes que, lejos de ser criminales, cursan o han cursado una carrera universitaria en Estados Unidos y podrían beneficiarse del Acta del Sueño o Dream Act, que recién ha sido reintroducida en el Congreso.

Hasta ahora, Obama se ha negado a imponer la opción del alivio masivo, “seguramente porque sus asesores le han hecho notar que esta opción está llena de riesgos porque, entre otras cosas, sus detractores podrían acusarlo de intentar pasar por alto al Congreso declarando una amnistía parcial”, me dice Doris Meissner, quien fue Comisionada de Inmigración durante la presidencia de Bill Clinton.

Sin embargo, según el abogado Thomas Sáenz, presidente de Maldef, una organización defensora de los inmigrantes, “además de la opción del alivio administrativo masivo a los jóvenes que serían beneficiados por el Dream Act, el Presidente tiene otra opción: ordenar la elaboración y distribución de nuevas guías en el proceso de acción diferida caso a caso, asegurándose de que claramente protejan a los jóvenes que podrían beneficiarse con la Ley Dream”.

Desde mi perspectiva, y tomando en consideración que cualquiera de las dos opciones conlleva riesgos políticos, a Obama no le queda otra alternativa que tomar el toro por los cuernos y actuar con firmeza en favor de los inmigrantes. Primero, porque es lo justo y Obama no debe nunca olvidar que por convicción, el Presidente pertenece a ese grupo de estadounidenses que creen que la tolerancia, la compasión y la generosidad son valores definitorios del país.

Pero hay, además, otra razón de peso para que Obama actúe con firmeza. Si a final de cuentas las decisiones se miden en función de sus riesgos políticos, habría que recordarle el riesgo que implicó liderar la batalla por la reforma sanitaria. También fue arriesgado sugerir que la paz en el Medio Oriente requiere una negociación territorial entre Israel y el pueblo palestino en la víspera de su reunión en la Casa Blanca con el Primer Ministro israelí.

En la elección del 2008, los hispanos, al igual que los judíos, votaron masivamente por Obama. El 67 por ciento de los hispanos y el 78 por ciento de los judíos. Más aún, Obama sabe que con vistas a la elección del 2012 es imprescindible contar con el apoyo financiero de la comunidad judía, y a pesar de esto al Presidente no le tembló la voz para decirle a Benjamín Netanyahu lo que ni este ni muchos otros judíos querían oír.

Exigirle al Presidente que arriesgue un poco de su capital político para beneficiar a los jóvenes hispanos no es mucho pedir; sería apenas un anticipo de la enorme deuda que Obama tiene con los hispanos.

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