Lo que dijo Newt Gingrich en el último debate Republicano sobre la necesidad de legalizar a un grupo de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos no es nuevo.
Ya me lo había dicho antes, en mayo pasado, en una entrevista con Univisión. Pero ahora todo el mundo -incluyendo a los otros siete candidatos republicanos a la presidencia- está poniendo atención a la propuesta de Gingrich de tratar de una forma “humana” a los indocumentados porque él va adelante en las encuestas.
Eso es bienvenido. Ya era hora que los candidatos republicanos enfrentaran el tema migratorio. No lo podían seguir evadiendo por mucho tiempo más y dando excusas.
Durante esa entrevista, Gingrich me saludó en español -está tomando clases y tiene un sitio de internet para hispanos: TheAmericano.com- y me dijo que había que adoptar una estrategia migratoria gradual, paso por paso, porque no hay suficientes votos en el congreso para aprobar una reforma que otorgara la ciudadanía norteamericana a los indocumentados. (Aquí está el link de la entrevista http://bit.ly/rDGkRi )
Y en el pasado debate, Gingrich fue más específico. “Si tú has estado aquí por 25 años, tienes tres hijos y dos nietos, has pagado impuestos, cumples las leyes y vas a misa”, explicó el ex líder del congreso, “no creo que te vamos a separar de tu familia, por la fuerza, y sacarte de aquí”.
Esto es lo que muchos llaman la tercera opción. No es la primera opción -favorecida por el presidente Barack Obama y muchos demócratas- que legalizaría a la mayoría de los indocumentados y les daría la ciudadanía norteamericana.
Tampoco es la segunda opción, de los Republicanos más radicales, que propone expulsar del país a todos los extranjeros sin documentos de residencia.
Lo que propone Gingrich es un camino intermedio: algunos indocumentados, no todos, se podrían quedar aquí pero no serían ciudadanos norteamericanos ni podrían votar. Sin embargo esto, sobre todo para los inmigrantes que viven en estados como Alabama, Arizona o Carolina del Sur, es mucho mejor que vivir perseguidos y discriminados.
Pero tan pronto Gingrich abrió el debate migratorio, los otros candidatos -con la notable excepción de Jon Huntsman, quien sí favorece un camino a la ciudadanía para los indocumentados- se le fueron encima, diciendo que su propuesta equivale a una “amnistía”. No olvidemos que esa es una palabra sucia para muchos Republicanos (a pesar que un Republicano que ellos admiran -Ronald Reagan- le dio amnistía a tres millones de indocumentados en 1986). Pero todos los republicanos, incluyendo Gingrich, quieren antes una frontera segura. Lo que no dicen es que la frontera entre México y Estados Unidos está más segura que nunca. No me lo tienen que contar; yo acabo de estar ahí.
Las casi 15 millas que separan a Tijuana, México, de San Ysidro, California, tienen dos cercas, sensores de movimiento, iluminación como si estuvieran en un estadio de fútbol y cientos de agentes patrullando. Es prácticamente infranqueable. Yo lo vi durante una visita con agentes de la patrulla fronteriza. (Aquí está el reportaje http://t.co/PzKcdgvB )
Desde luego que las casi dos mil millas de frontera entre ambos países no tienen el mismo tipo de vigilancia, pero las cifras nos indican que el paso de indocumentados hacia el norte se ha reducido dramáticamente. En el año 2000 se arrestaron a más de 1.6 millones de inmigrantes tratando de entrar; esos números cayeron a solo 300 mil en el año 2010.
Además, las deportaciones se han incrementado. Barack Obama ha deportado a más indocumentados que cualquier otro presidente en la historia (más de 1.2 millones) y lo efectos son notables. El Pew Hispanic Center concluyó que el flujo migratorio a Estados Unidos prácticamente se ha detenido -debido a la crisis económica y a las nuevas leyes antiinmigrantes- y que el número de indocumentados ha bajado de 12 millones a 11 millones.
Si la frontera fuera tan insegura ¿cómo explicamos que una de las ciudades más peligrosas del mundo, Juárez en México -con 3 mil asesinatos el año pasado- está pegada a una de las más seguras de Estados Unidos, El Paso? En otras palabras, aunque lo duden los candidatos republicanos, es un mito que la frontera con México es insegura. Desde luego, seguirán cruzando trabajadores que encuentren empleos en Estados Unidos que no quieran hacer los norteamericanos. Pero ese es un asunto económico, no de seguridad nacional. Por esa frontera, valga aclararlo, no entraron los terroristas del 9/11 ni ningunos otros.
Qué bien que Gingrich destapó el tema migratorio entre los republicanos. La pregunta central es ¿qué vamos a hacer con 11 millones de indocumentados que no van a regresar a sus países de origen? Urgen respuestas realistas. Mientras tanto, aceptó la idea de tratar a todos los inmigrantes de una manera “humana”. Y el primero en hacerlo ha sido Gingrich que prácticamente ya no usa el término “ilegales” para referirse a los indocumentados. Ese es un buen primer paso.
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