El mundo a un click. La frase parece de cajón pero es la que mejor resume la transformación social, cultural y económica, e incluso política, que ha producido el internet en dos décadas. Ha sido la creación de un nuevo concepto del mundo, al borrar las fronteras terrestres que se crearon con los Estados y abrirle a la humanidad las puertas del conocimiento ilimitado.
Por eso las inquietudes que produce la llamada Ley Sopa -Stop Piracy Online Act- que se tramita en el Congreso de Estados Unidos y que pretende restringir la publicación de contenidos en la red bajo el pretexto de defender los derechos de autor y de la propiedad intelectual. En resumen, el proyecto reclama que las empresas de internet bloqueen los sitios que divulguen o vendan contenidos calificados como piratas por el FBI y se castigue a quien los utilice o baje de la red, aún por fuera de la nación norteamericana.
Las protestas en las que varios sitios on line ‘apagaron’ sus servicios por 24 horas y las voces en contra que se escuchan en diferentes puntos del planeta lograron que se suspendiera el estudio del proyecto que debía ser votado el próximo martes. La pregunta es si tal decisión implica cerrar el espacio que abrió el Internet. Y si ello significa restringir el dinamismo que portales como Wikipedia, buscadores como Yahoo o redes sociales como Facebook han dado a las comunicaciones y al diario vivir de la gente. ¿Cómo regular la distribución y el acceso a los contenidos, y cómo hacer que esa regulación se cumpla en todo el planeta?
Entre sus grandes revoluciones, el ciberespacio ha significado la transformación profunda de la propiedad intelectual. La industria musical, por ejemplo, desapareció tal como se conocía para dar paso a una forma que permite el acceso universal sin que en muchas ocasiones se deba pagar por ello. Otra muestra es Wikipedia, la enciclopedia virtual de más consulta por ofrecer conocimiento para todos, que se actualiza a partir de la información que suministran los mismos usuarios. Es oportuno pensar en la amenaza que implica ponerle límites.
El Tweet de Neelie Kroes, vicepresidenta de la Comisión Europea para las Telecomunicaciones, en alusión a la ley Sopa, puede resumir la posición de las mayorías: “El exceso de velocidad es ilegal, pero no pones baches en la autopista… no necesitamos mala legislación cuando deberíamos estar salvaguardando los beneficios de una red abierta”. El internet es una noria que parece imposible de parar. Cada día se registran 100.800 dominios, se montan 864.00 videos en Youtube y se envían 205.000 millones de correos, sólo para dar algunas cifras.
Sin duda se necesitan responsabilidad y leyes que protejan la propiedad intelectual. Pero ellas deben adaptarse al nuevo orden en las comunicaciones. Salvo lo que ocurre en Estados totalitarios como China o Cuba, el acceso a contenidos para quien los necesita es el gran aporte del Internet. Y si los Estados Unidos adopta la censura como estrategia para defender conceptos anticuados sobre los derechos de autor, se parecerá mucho a Cuba y a China.
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