La principal razón por la cual Cuba debería asistir a la próxima Cumbre de las Américas en Cartagena es porque es un país americano que desempeñó un papel histórico en el Caribe y es importante en este hemisferio, no solo como exportador de revoluciones, afortunadamente fallidas, sino por su contribución a la cultura, ciencia, las artes, a la política y a la educación, por la calidad de su gente y su estoicismo. La principal razón por la cual no vendrá a la Cumbre es porque si lo hace, y el Presidente Obama asiste, sería derrotado en Miami y podría perder la presidencia en la Florida.
Una Cumbre de las Américas sin Obama es como montar a Hamlet sin el príncipe de Dinamarca. El principal motivo de la cumbre es que los Estados Unidos le presten atención durante un instante a la región más cercana a su país, que es por ello mismo la más desatendida. Raúl Castro no hará mucha falta, pero si se organiza otra cumbre deben invitarlo a él o a su sucesor. La guerra fría se acabó y Cuba no es una amenaza.
No tiene sentido que los reaccionarios cubanos de la Florida, que votan republicano, dicten quién va a las cumbres del hemisferio y en buena medida, la política exterior de ese país para el hemisferio. Su intransigencia fomenta la intransigencia del gobierno cubano y le da razones para justificarla. Si la principal función de las cumbres es mantener a Cuba como paria, y no tratan lo prioritario para los demás países, lo mejor sería no volverlas a convocar. Para excluir a Cuba y tratar solo lo que le interesa a los Estados Unidos, ya existe la OEA.
Quizás por lo mismo perdió relevancia, y a ello también ha contribuido que su liderazgo de la OEA, encabezado por un desteñido y rehén de compromisos personales, debilitó la función de esa organización en defensa de los derechos humanos, de la libertad de expresión, y de los demás valores democráticos. Ese papel incomodaba a los gobiernos arbitrarios de la región pero también frenaba sus ímpetus absolutistas. Dejar que lo limitaran puede acelerar el marchitamiento de esa institución.
Otra frustración de la cumbre será el tratamiento a la eventual despenalización de la marihuana y otras sustancias cuyo consumo ilegal financia a organizaciones criminales que han adquirido un poder político creciente en el hemisferio y promueven inestabilidad. Muchos de los países que irán a la cumbre quisieran que se modificara la política vigente. Algunos soportan una proporción muy elevada de los costos de esa política, que mina su autoridad, promueve la corrupción y a acrecienta el poder de las mafias. Estos temas que no se tratarán. Los Estados Unidos anunciaron que solo intervendrán para defender el statu quo, pero puede ser un avance que se ponga el tema sobre la mesa.
La Cumbre tampoco tiene una agenda económica importante. Originalmente se preveía la posibilidad de que se creara un área continental de libre comercio con la participación de todos los países del hemisferio, pero esa idea se abandonó entre otras cosas porque la torpedeó Brasil.
Posiblemente la razón por la cual Raúl Castro dijo que no quería importunar es que no le pareció que vale la pena asistir.
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