Edited by Mark DeLucas
El último rival que le quedaba al exgobernador de Massachusetts (EE UU) para asegurar la candidatura presidencial al país más rico del planeta, el señor Rick Santorum, abandonó la carrera esta semana, y anunció que apoyará al exitoso Mitt Romney en los comicios de noviembre próximo contra el presidente Barak Obama, quien pretende reelegirse en medio de una dilatada crisis económica que no ha podido superar, y que parece invulnerable a todas las medidas de la administración.
Romney no solo fue un excelente gobernador. Es, igualmente, un exitoso hombre de negocios y un multimillonario reconocido por su efectividad en el arte de ganar dinero limpiamente. Sus adversarios le acusaron de dos cosas: ser mormón, lo cual en la cultura cristiana de EE UU está mal visto, ya que esa iglesia y la de los Testigos de Jehová son consideradas no cristianas, y adicionalmente no ser tan conservador como lo desearían los grupos evangélicos más apasionados del país.
Si bien el señor Romney está comprometido con las ideas básicas de gobierno pequeño, escasa o nula intervención estatal en la economía y respeto a los valores individuales, en el ámbito conservador se le considera más un hombre de centro-derecha que de estricta derecha.
Esto, en un mundo que ha abandonado el sectarismo bipolar y que considera al socialismo y al comunismo como piezas de museo, debería ser una ventaja. No obstante, en EE UU hay aún una fuerza relevante que tiene posiciones muy enérgicas contra el aborto, el matrimonio entre homosexuales, el control de los servicios médicos por parte del Estado, etc., y fuera de esto la coalición llamada “Tea Party”, la que apoyó a Santorum, un católico ferviente que dificultó enormemente el triunfo de Romney, hasta hace muy pocos días en que la Convención Bautista del Sur, le pidió a Santorum retirarse para que Romney (mayoritario entre ambos) alcanzara el respaldo requerido para sacar a Obama del poder.
Todavía es demasiado temprano para anticipar quién ganará. Pero la fantasía que los demócratas albergaban, creyendo que la Convención republicana sería un caos, se desmoronó como castillo de arena.
La ley, altamente controversial, que socializaba la medicina, ha sido un fracaso y la mayoría republicana en el Congreso le ha sacado jugo a ese caos. Los fracasos en Afganistán, Pakistán, Irán, Irak y Siria han hecho gran daño a Obama y a su secretaria de Estado, la señora Clinton.
Y algo tan pequeño como el caso de Honduras, en el cual el presidente Obama se equivocó increíblemente al comienzo de la crisis y apareció apoyando los intereses de Hugo Chávez. A esto hay que sumar que anunció, pero nunca pudo lograr, una reforma migratoria. Numerosos expertos creen que el presidente Obama no podrá reelegirse. Si la razón se impone, habrá cambios positivos en EE UU. Y su efecto, inevitablemente, llegará a nuestras playas. Así sea.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.