Washington se encargó de impedir para que Cuba, también país americano, estuviera presente en la VI Cumbre de las Américas, celebrada en Cartagena, Colombia.
Fue el propio Presidente anfitrión de la cumbre, el Presidente Santos, quien viajó a Cuba, una semana antes de la cumbre, a persuadir al Presidente Raúl Castro, para que no participara en el cónclave hemisférico.
Que a un país de América se le excluya para que no participe de los debates y opiniones de los grandes temas de una cumbre, es sencillamente una vergüenza para las democracias. Pero más vergonzoso es que un país, por ser fuerte, adopte posturas de emperador y ordene quien debe estar o no en un evento de los pueblos soberanos.
El Presidente Juan Manuel Santos dijo, en una entrevista previa a la cumbre, que Latinoamérica no es más el patio trasero de los Estados Unidos. Y que bien que un gobierno de la Gran Colombia, y por ende Bolivariano, lo diga, sin embargo, al evitar que el mandatario de Cuba participara en su territorio, en la cumbre, solo puede pensarse que Colombia, sigue siendo parte del patio trasero del imperio estadounidense.
Por supuesto, que la gran cantidad de bases militares de los Estados Unidos en Colombia, demuestran la todavía endeble soberanía de algunos pueblos de América Latina.
Y es que una cosa es que un país desista asistir por voluntad propia, por cualesquiera de los motivos, y otra que no asiste porque un país ajeno impone el veto.
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), dijo durante la inauguración de la cumbre “los avances democráticos en la región”.
Y sin lugar a dudas no se pueden negar algunos avances, que por cierto aún no son firmes, por lo tanto pueden poner en peligro la democracia y las naciones mismas, como el golpe de estado de hace un par de años en Honduras, o los vetos que los países poderosos imponen contra países chicos pero grandes en orgullo como Cuba.
Si bien los temas centrales no fueron las exclusiones, al final, el caso Cuba, también se convirtió en eje central de la Cumbre.
Esperemos que en la próxima cumbre, no asistan aquellos por su propia decisión y no por la presión de una potencia.
Y es que solo cuando no corramos peligro de la potencia imperial, entonces diremos que hemos dado un avance sustancial y definitivo en nuestra democracia.
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