El juego de la locura llegó al mercado
El día que la mataron, Rosita estaba de suerte; de seis tiros que le dieron, sólo uno era de muerte”. La estrofa de esta canción mexicana suele ser citada por el economista Roberto Frenkel para ilustrar el problema de la multicausalidad, ubicuo en sistemas complejos como la economía.
En la búsqueda de “culpables” de la crisis financiera que estalló en 2007 y cuyos efecto aún se sienten, un economista del MIT (Andrew Lo) y un Nobel (Robert Merton) llegaron a proponer la creación de un organismo al estilo del Comité Nacional de Seguridad de Transporte en los EE.UU, famoso por sus metódicas pericias para detectar causas de desastres áereos, para determinar cuales fueron los disparadores principales de la última debacle económica.
La competencia econométrica por detectar “causas con mayor poder de explicación” se volvió un deporte, literalmente. A tal punto que la revista de la facultad de Economía de la Universidad de Chicago le pidió a Allen Sanderson, un prestigiso profesor de esa institución, que armara un “fixture” de 16 posibles explicaciones de la crisis para que compitan entre sí, al estilo del fixture de 16 equipos de basquet universitario que cada primavera se enfrentan en los que se llama “March Madness” (locura de marzo), uno de los eventos deportivos más populares de EE.UU. Además de economista, Anderson es un fanático del basquet universitario. Su “Market Madness” incluyó cuatro zonas, cada una con cuatro “equipos”. En la llave de Wall Street se consideraron factores como el “riesgo moral” (la toma exagerada de riesgos sebiendo que hay un seguro detrás que cubre los costos) o los “excesos en las compensaciones a ejecutivos bancarios”.
En la zona de “Washington” jugaron la impericia de los republicanos y luego de los demócratas, entre otras causas; en la de Main Street el endeudamiento de la clase media norteamericana o los problemas demográficos; y finalmente hubo una zona para los errores de los economistas, con pifiadas de pronosticadores, calificadoras y escuelas académicas fanatizadas.
Los 16 equipos se defendieron con argumentos y regresiones; y se fueron eliminando en forma directa con el voto de alumnos y profesores de economía. El ganador fue finalmente el “riesgo moral”.
No es fácil dar por buena esta explicación. Los académicos aún no pudieron ponerse de acuerdo hasta ahora con las causas de la Gran Depresión de los 30.
Una de las tesis centrales de El Cisne negro, el best seller de Nassim Nicholas Thaleb, es la de la “falacia narrativa”: el cerebro humano está acostumbrado a que le cuenten historias, y necesita identificar “grandes causas” para los “grandes eventos”.
El “son cosas que pasan” no convence demasiado, a nivel neuronal. Como dice el cantautor uruguayo Jorge Drexler: “Que el mundo está como está por causa de las certezas”.
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