Obama Wins and Loses Allies

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En una controvertida e interesante movida de implicaciones morales y sociales no exenta de riesgos electorales, el presidente Barack Obama acaba de apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo. De paso se convierte en el único presidente norteamericano felicitado por un funcionario cubano en 50 años. Los parabienes fueron de Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba que según EFE calificó de “excelente” el apoyo expresado por el presidente”.

El gesto (de Obama, no de Mariela) es particularmente osado porque Estados Unidos, una nación forjada sobre la matriz religiosa aportada por los llamados “Padres Peregrinos” que llegaron a sus costas huyendo de las persecuciones confesionales, es uno de los países más religiosos del mundo y uno de los lugares donde la fe más se vincula a la política. En la toma de posesión se acostumbra a jurar sobre una Biblia, cosa que únicamente no hizo John Quincy Adams que lo realizó sobre un libro de leyes por ser agnóstico.

Al margen de sus convicciones sobre el particular es obvio que Obama no realizaría un pronunciamiento de semejante calado al margen de los cálculos electorales, que riesgos aparte, parece aritméticamente impecable porque los evangélicos blancos, los beatos católicos, los conservadores y los homofóbicos, los machistas, los de la asociación del rifle y los racistas nunca votaron por él y no lo harán de ninguna manera.

En cambio con esta declaración que no lo compromete a acción alguna pues el asunto queda en manos de los estados, puede mejorar su imagen entre la juventud ilustrada y tolerante, una parte importante de los latinos y los negros avanzados que rechazan todas las formas de discriminación y exclusión y naturalmente la poderosa comunidad gay cuyas dimensiones en realidad nadie conoce. Al añadir un tema sustantivo a la campaña electoral, Obama equilibra el significado de otros como el desempleo.

De este modo el presidente norteamericano se convierte en el segundo de las Américas en apoyar el matrimonio gay, cosa que antes hizo la mandataria argentina Cristina Fernández y también los gobernadores de 7 de los cincuenta estados de la Unión Americana.

En este ámbito la apuesta de Obama que apenas ha comenzado su campaña y lo hace pisando fuerte, es al pragmatismo del electorado norteamericano que no acostumbra a “cambiar de caballo a mitad del río” y que no creerá que un principiante como Mitt Romney pueda tener más éxito en mejorar la economía que Obama, quien desde hace cuatro años lidia con una crisis que si bien no ha resuelto, tampoco ha hecho colapsar al país.

Obviamente sus adversarios conservadores y racistas han ganado algunas municiones que difícilmente sean suficientes para ganar. No obstante, como en todas las decisiones importantes en todas partes hay riesgos que los gobernantes deberían asumir en lugar de evadir o aplazar. Allá nos vemos.

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