Los republicanos. De la mentira al no me acuerdo
Hoy domingo, salvo que algo muy grave ocurra, será el primer día en que los candidatos republicanos a la presidencia y la vicepresidencia de Estados Unidos harán campaña como tales. La semana pasada, a pesar de los efectos del huracán Isaac, celebraron su convención y de ella se pueden destacar algunos datos interesantes.
El más importante de todos es que a los republicanos no les interesa demasiado hablar con la verdad. Las escaramuzas previas a la campaña, que formalmente inicia en septiembre, así como los mensajes pronunciados durante la Convención celebrada en Tampa, demuestran que los republicanos insisten en no incluir en sus análisis el legado de la presidencia de George W. Bush.
Un dato revelador fue el hecho de que la convención, presidida por un contador electrónico, daba cuenta de la manera en que la deuda de ese país crecía mientras se confirmaba la unción de Mitt Romney como candidato presidencial.
El contador electrónico es un monumental ejemplo de amnesia si se considera que mucha de esa deuda se creó gracias a la decisión de Bush Jr., al combinar recortes a los impuestos de quienes tienen mayores ingresos y dos guerras. Una de ellas, la de Irak, francamente inútil.
Pero no fue la única mentira. Conforme a la tradición política estadunidense, mientras que Romney se dedicará a presentar las propuestas de la fórmula republicana, el candidato a vicepresidente, Paul Ryan, se dedicará a atacar los puntos débiles de sus adversarios.
La primera muestra de la manera en que Ryan asumirá sus responsabilidades como candidato de ataque la tuvimos la noche del miércoles 29 de agosto. Ese día, después de ser ungido como candidato, Ryan lanzó una serie de ataques contra Barack Obama. Entre esos ataques, lo acusó de haber incumplido una promesa de campaña.
En 2008, a su paso por Janesville, Wisconsin, Obama habló de la necesidad de que el gobierno y las empresas hicieran todo lo posible para evitar el cierre de una planta de General Motors asentada ahí. La planta cerró en diciembre de ese año, 50 días antes de la toma de posesión de Obama. A pesar de ello y a pesar de que Obama no se comprometió a cosa alguna, Ryan lo culpó del cierre.
Y ese fue sólo uno de tantos ataques que distintos medios han difundido en amplios espacios para preguntarse qué tan lejos irán los republicanos en su estrategia de acusar infundadamente a Obama.
Esta estrategia tiene algún sentido porque aunque Obama recibe buenas calificaciones en algunos aspectos de su gestión, la realidad es que durante los cuatro años de su gestión, el desempleo no ha abandonado la frontera del 10 por ciento, y Romney tiene una ligera ventaja sobre Obama cuando se pregunta a los electores a quién le confían más para conducir la economía de EU.
Esa es una de las razones por las que Obama tuvo para anunciar, en julio, que otorgaría una amnistía migratoria de dos años a quienes hubieran llegado a vivir a EU con menos de 13 años, hayan estudiado allá y tengan menos de 31 años. La medida no es una solución definitiva al problema de la migración, pero ha devuelto la esperanza a cientos de miles de familias divididas, que temen que algunos de sus miembros sean deportados súbitamente.
Sin embargo, recuperar la simpatía de los latinos no será suficiente para Obama. Uno de los más graves dilemas que enfrenta es cómo convencer a quienes le apoyaron en 2008 y, a la vuelta de cuatro años, no han encontrado empleos.
La única ventaja que Obama tiene, además de su carácter más ligero y amable que el de Romney o Ryan, es el hecho de que, a la derecha de Romney hay un tercer aspirante a la presidencia. Se trata de Gary Johnson, ex gobernador de Nuevo México, que como candidato del Partido Libertario (http://www.lp.org/), podría restarle suficientes votos a Romney para facilitar victorias de Obama en cinco estados clave (Carolina del Norte, Colorado, Florida, Nevada y Virginia) que juntos representan 74 votos electorales.
Aunque Johnson no puede ganar las elecciones, tiene cierta viabilidad como candidato —expresada en las contribuciones que ha recibido de simpatizantes, que ya suman más de un millón de dólares— porque a pesar de la ferocidad de los ataques de Ryan, muchos ciudadanos de EU tienen claro que el caos económico que vive su país en estos días, no es del todo responsabilidad de Obama.
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