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Posted on September 28, 2012.
Las imprudentes, imprecisas, politiqueras y antipatrióticas declaraciones de Mitt Romney contra el presidente de la nación en un momento en el que el país entero enfrentaba una seria crisis de política exterior han provocado la irrupción del tema de política exterior en la actual campaña presidencial en Estados Unidos.
La diatriba de Romney es imprudente porque el candidato republicano a la Presidencia habló sin contar con la información necesaria para opinar sobre el asunto. Es imprecisa porque su descalificación del llamado a la tolerancia religiosa hecho por la embajada estadounidense en El Cairo, Romney no cuadra en el tiempo. Romney criticó al Presidente sin percatarse de que el comunicado de la embajada fue hecho público antes de que se realizara el ataque, no después como él erróneamente dijo.
Son politiqueras porque las hizo después de conocer los resultados de una encuesta del Wall Street Journal que indicaba que el presidente Obama le va ganando terreno en las preferencias de los votantes en Florida y Virginia, y que en Ohio, la ventaja de Obama es ya de siete puntos.
Todavía peor para Romney, la misma encuesta encontró que los votantes en estos tres estados clave para la elección consideran que Obama está tanto o más capacitado que Romney para reactivar la economía. Y por si todo esto fuera poco, todas las encuestas actuales y las previas indican que en el tema de política exterior, los votantes siempre le han dado al Presidente una ventaja considerable sobre su oponente.
Finalmente, son antipatrióticas porque nunca antes en la historia de este país un candidato presidencial se había atrevido a atacar al presidente en funciones que, recordemos, es también el comandante en jefe de las fuerzas armadas, en un momento en el que los enemigos del país asesinaban a sus diplomáticos, asaltaban sus consulados y embajadas y quemaban sus banderas en la plaza pública. Como era de esperarse, la crítica de un amplio sector del establecimiento político a las intemperadas declaraciones de Romney ha sido abrumadora.
Para funcionarios que han trabajado en el campo de las relaciones internacionales bajo administraciones demócratas y republicanas, como por ejemplo Nicholas Burns, quien trabajó para Bill Clinton y para George W. Bush, los exabruptos de Romney no solo son decepcionantes, “la reacción del gobernador Romney politizando una situación tan difícil no solo es causa de consternación sino que muestra que, de manera muy imprudente, él se ha metido en una situación difícil porque habló sin tener la información necesaria”.
OBAMA ATACA EL PROBLEMA DE RAÍZ
No menos duro ha sido el repudio de experimentados estrategas republicanos en conversaciones con los medios y en piezas de opinión en periódicos importantes, como por ejemplo la escrita por el legendario Ed Rogers y publicada en el Washington Post: “En un momento solemne y serio como este, Romney debió ser lúcido y preciso. No lo fue. El Presidente debió mostrar su estatura presidencial y su inquebrantable resolución. Y cumplió con ambos requisitos. Estoy asombrado con la precipitación de Romney”.
Dura y justa crítica de un veterano en estas lides. Lo más relevante, sin embargo, es que lo sucedido la semana pasada nos deja una idea muy clara de cómo reaccionarían ambos candidatos ante una crisis internacional y subraya el contraste en sus ideas sobre política exterior.
Hasta ahora, la política exterior de Obama se ha caracterizado por la búsqueda de un acercamiento a otros países, sobre todo aquéllos que son hostiles, a través del diálogo. También por su uso limitado de la fuerza. El costo de las aventuras de George W. Bush en vidas humanas, en despilfarros económicos y en el deterioro de la imagen de Estados Unidos llevó a Obama a adoptar una política cautelosa.
Circunstancia que no le ha impedido, sin embargo, colocarse al lado de los pueblos que se han rebelado contra sus dictadores. Por otro lado, en vez de bombardear poblaciones civiles e invadir países, Obama se ha dedicado a eliminar a las cabezas de Al Qaeda, empezando por Osama bin Laden, con golpes quirúrgicamente certeros.
LOS MISMOS ASESORES ERRADOS
Romney, por su parte, aboga por una política exterior fundada en el discurso agresivo y la mano dura. Y si toda esta alharaca le suena a una repetición de las políticas de Bush hijo, es porque quienes hoy formulan la política exterior de Romney son exactamente los mismos que ayer se la dictaron a Bush. Son las políticas de la guerra preventiva, del “estás con nosotros o contra nosotros” y de la reacción militar unilateral. Son el tipo de políticas que produjeron dos guerras injustificadas e injustificables, que le causaron un deterioro brutal a la imagen del país, que propiciaron un desastre financiero del cual todavía no podemos salir y que causaron la pérdida de cientos de miles de vidas humanas.
Esta es la verdadera dimensión de los términos de la disyuntiva que tendrán que decidir los votantes este noviembre. La opción es regresar a la pesadilla que Bush se inventó o continuar por el camino marcado por Obama que privilegia la prudencia, la mano extendida para el diálogo y la firmeza cuando es necesario desplegarla.
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