Barack Obama tiene los astros en contra desde el 12 de septiembre con el asesinato de Chris Stevens.
La conjunción de Venus con Urano le ha sido conflictiva. Asesinaron a su embajador estrella en Libia, Chris Stevens, quien hablaba árabe, francés y otras lenguas locales junto con el diplomático Sean Smith, que fueron los pivotes en la caída del presidente libio Gadafi al coordinar las acciones de las fuerzas de la oposición que estaban desunidas.
Sus dos guardias de seguridad murieron en sus puestos, de frente al peligro.
La fuerza opositora a la que más le temía Gadafi, Al Qaeda, fue la que se atribuyó su asesinato: concebido con anterioridad y ejecutado con fría eficiencia.
La política por todos lados es implacable; no habían llegado los cadáveres de los cuatro funcionarios brutalmente asesinados cuando el candidato opositor Mit Romney estaba cuestionando electoralmente la acción.
Hillary Clinton expresó su extrañeza por estas acciones. Ayudaron a los libios y los agradecimientos que reciben son unos manifestantes musulmanes gritando “Obama; todos somos Osama”, en clara alusión a su líder muerto en Pakistán.
No lo asesinaron cuando se sentaba a su lado y los ayudaba en las operaciones militares contra el régimen que consideraban opresor, pero esperaron la primera oportunidad que se les presentó con un controvertido cortometraje en que se burlan del profeta Mahoma, del cual el gobierno es inocente.
Respetando las creencias musulmanas, en una oportunidad en Nueva York, estando en el Museo Metropolitano, había una muestra de lo que los expositores consideraban arte religioso profano. Tenía una advertencia para los creyentes y sencillamente no la recorrí; no estaba de acuerdo con las imágenes obscenas de Jesucristo y sus apóstoles.
Inexplicablemente, la ira de los seguidores del Corán, que para algunos es primavera, para otros invierno, incluye a los occidentales, con énfasis en las embajadas del Reino Unido, Alemania, Israel, cristianos y católicos.
Los manifestantes queman banderas norteamericanas e israelíes, y por eso tal vez el presidente Obama no quiso recibir al presidente israelí Netanyahu, quien está en los Estados Unidos alegando que tienen agendas diferentes.
La agenda de Netanyahu es que a pesar de las protestas árabes, hay que poner en el Oriente Medio una línea roja a Irán con su programa nuclear.
Los Guardias Revolucionarios iraníes están combatiendo al lado del presidente sirio, Bashar al- Asad, y los judíos temen que cuando tenga un arsenal nuclear, cumpla su promesa de destruir Israel.
El hombre más poderoso del mundo está en la encrucijada: las protestas musulmanas se extienden, Google se niega a retirar el video, tiene identificado a los autores y actores, pero su constitución basada en la libertad de cultos y de opinión le impide obrar en forma contundente, con su ayuda a lo que se denominó la ‘primavera árabe’, que se convirtió en un ‘invierno árabe’ con la subida al poder de la Hermandad Musulmana, que no vacila al asesinar a los que le suministraron ayuda.
Por estos nuevos amigos, abandonó a su antiguo aliado, Israel, y este al no ser recibido diplomáticamente le informa que él puede obrar solo pero que sería mejor actuar en conjunto.
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