El arrasador triunfo del Presidente Barack Obama es una sorpresa que debe hacer pensar a muchos. Apenas ayer en la mañana temprano se seguía afirmando por encuestas, analistas y usuarios de medios de comunicación, que sería una elección absolutamente pareja y que tanto él, como el republicano Mitt Romney, tenían chance de ganar después de contar voto a voto. A medianoche ya se sabía que Obama no sólo sería reelecto, sino que lo lograría con una importante diferencia a su favor.
Los pueblos cambian, y si alguna característica tiene la sociedad estadounidense es su constante proceso de dinamismo social, una fuerza expansiva que no todos los líderes políticos en el mundo conocen ni entienden adecuadamente. El que podríamos llamar el “tradicionalismo conservador estadounidense” votó mayoritariamente por un candidato que hizo alarde de conservadurismo, y claramente ya eso no es suficiente. Por Obama votaron las comunidades diferentes, las que necesitan luchar diariamente por su supervivencia y su consolidación y que están terminando por ser los fuertes representantes del espíritu del pionero que es el que ha llevado a Estados Unidos a ser la primera potencia socioeconómica del mundo.
Romney se presentó como ejemplo de la muy comentada pero también muy tradicional “american way”; Obama ha sido interpretado como líder y expresión de un proceso que lucha, que se expande, que va ganando posiciones, derechos y reconocimiento luchando sin respiro día tras día.
Pero el cambio que vive Estados Unidos y que lideriza Obama, y la tradición “wasp” que simboliza Romney, participan en un estilo y una convicción, plenamente estadounidenses, de libertad, de respeto a los deberes tanto como a los derechos y al concepto de democracia y de nación consagrados en la Constitución y que permanecen, a plenitud, desde hace más de 200 años, sin enredos ni trabas legales, sin militares con fusiles de asalto en los centros de votación, sin paralizar al país para que sus ciudadanos voten, sin que el Gobierno del país más poderoso del mundo gobierne también a los poderes e instituciones de la nación.
Es en esos estadounidenses del siglo XXI en los que hay pensar, los que hay que estudiar y entender. Las comunidades negras, hispanas y asiáticas, y las mujeres, a lo largo y ancho de Estados Unidos, fueron a votar masivamente no porque Obama sea afroamericano, sino porque es como ellos, porque tuvo que luchar por sus sueños día tras día, porque nunca tuvo miedo a la derrota sino siempre su objetivo fue la victoria. Porque para soñar, hay que estar dispuesto a ponerlo todo para construir el sueño.
Piensen en eso el 16 de diciembre.
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