La matanza de 20 niños de tierna edad en Newtown, Connecticut, ha conmovido a los estadounidenses y al mundo entero. Un enajenado veinteañero irrumpió en un colegio y asesinó a las criaturas y a 7 adultos, incluida su madre, para culminar suicidándose.
El Presidente Barack Obama, pese a la emoción que lo embargaba al dirigirse a sus compatriotas, fue cauto hasta el punto de la ambigüedad. El Primer Mandatario estadounidense dijo: “Debemos unirnos y adoptar las acciones apropiadas para impedir mas tragedias como esta”.
¿Qué entiende Obama por “acciones apropiadas”? Se supone que alude a alguna forma de control de tenencia de armas. Pero no se atrevió a decirlo con todas sus letras y prefirió la oblicua insinuación. El motivo es simple: cálculo político. Una encuesta reciente mostró que apenas el 26% de los consultados era partidario de prohibir el porte de pistolas. Ello pese a que en lo que va corrido del siglo han muerto más estadounidenses baleados por algún compatriota que alcanzados por balas enemigas.
De hecho después de cada incidente tiende a aumentar la venta de armas. Luego del baleo de la diputada Gabrielle Giffords, en Arizona en 2011, las pistolas Glock, utilizada para ultimarla, duplicaron sus ventas. Otro tanto ocurrió luego del atentado, a mediados de año, en un cine en Aurora, Colorado, donde murieron 12 personas y 58 quedaron heridas. Las solicitudes para la adquisición de armas aumentaron en 43%.
La reacción pública responde a la creencia que la posesión de un arma aporta seguridad. En un país en que hay más de 300 millones de armas en manos de particulares, unas 30 mil personas mueren al año víctimas de ellas. Unos 300 mil son encañonados en el curso de asaltos o disputas. El costo de la violencia armada y sus secuelas es evaluado en 100 mil millones de dólares.
El bastión del lobby armamentista es la Asociación Nacional del Rifle (ANR), una organización que suma 4,3 millones de afiliados y cuenta con grandes fondos para sus campañas políticas. En 2010 dispuso de 244 millones de dólares. En el campo de las ideas la ANR invoca el derecho constitucional de cada persona a portar armas y por su historia, fundada en 1871, proclama que es la más antigua organización de derechos civiles del país. Se pasa por alto la estrecha relación entre los fabricantes de armas y la ANR. Cada nuevo comprador es un potencial afiliado. En su conjunto, las industrias, los importadores y las armerías emplean casi 100 mil personas y facturan unos 32 mil millones de dólares anuales. Las armas de puño, pistolas y revólveres, son las más vendidas y entre 2007 y 2011 tuvieron un incremento de 104% en las ventas.
En una camiseta que la Asociación de Propietarios de Armas está impresa la postura de lavarse las manos ante las matanzas cometidas con armas de fuego. En ella se lee:
Si las armas matan a gente entonces…
Los lápices cometen errores gramaticales…
Los autos hacen que los choferes manejen borrachos…
Las cucharas son las culpables que la gente engorde.
En breve, las armas dependen de quien las emplea.
En todo caso la ANR desató sus fuegos contra Obama y en su revista llevó, antes de la elecciones, un artículo con el titular: “Nuestra América o la de Obama”. La victoria del último debiera dar pie para una acción drástica destinada a restringir la difusión de armas de fuego entre la población.
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