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Posted on January 12, 2013.
América no tortura”. Es una frase del actual Presidente de EEUU, incluida en una imagen de televisión que aparece en La noche más oscura, película de la galardonada directora Kathryn Bigelow que ha reabierto el debate sobre la tortura por parte de la CIA. La cinta insinúa que la tortura de un prisionero condujo finalmente al paradero de Osama bin Laden.
La afirmación de Obama, en apenas tres palabras, enmascara tanto una generalización como una falsedad. La generalización tiene que ver con “América”, que como Obama sabe es mucho más grande, y muy diferente, que Estados Unidos de Norteamérica. Y la falsedad se refiere a la “no tortura”, ya que se ha demostrado que “en venganza” a los ataques de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, EEUU torturó prisioneros en nombre de la seguridad y la lucha contra el terrorismo.
¿Tortura Estados Unidos de Norteamérica? Hay evidencia, al menos, de que lo hizo durante los oscuros años de George W. Bush. El debate es más bien acerca de “la legitimidad de la tortura”. ¿Era necesaria para obtener información contra los terroristas (principalmente musulmanes, claro) que quieren destruir EEUU…, etcétera? ¿Es acaso un “daño colateral”? ¿Cómo se entiende que en la “tierra de las libertades” todas las libertades se subordinen al imperativo de la seguridad?
El debate está abierto, otra vez. Claro que se lo plantea en términos digeribles para la opinión pública estadounidense. En lugar de tortura se dice “técnicas de interrogación coercitiva”. O de manera más elegante: no hay métodos de tortura, sino “programa de interrogatorios mejorados”. Al menos así los llaman quienes ejecutan y cobijan dichas técnicas. Para ellos, por ejemplo, aplicar 183 veces el ahogamiento simulado —como lo hicieron con Jalid Sheij Mohamed— es solamente un interrogatorio coercitivo y mejorado.
Pero la tortura realmente existente no se ampara sólo en su cambio de nombre. La tortura por mano de EEUU fue posible porque existían cárceles secretas de la CIA (eliminadas por Obama). Y porque aún está en pie ese ominoso símbolo de violación de los derechos humanos que es la base militar en Guantánamo. La “guerra defensiva” lo justifica todo. Hasta el cinismo. Dicen que Obama pudo cazar a Osama debido a las “duras decisiones” (léase tortura) que “tuvo que tomar” Bush en su momento.
Ahora el Senado de Estados Unidos está muy preocupado con la película de Bigelow. Es probable, por tanto, que investigue a la CIA. No para comprobar si hubo o no tortura —demasiado pedir—, sino para saber cuál fue la colaboración que brindó la Agencia a los productores de la cinta. El programa de tortura queda en el pasado, como una sombra, en el secreto; y la CIA, redimida. La noche más oscura puede ser también una manifestación del régimen más siniestro.
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