La aplicación de las nuevas disposiciones migratorias cubanas destroza viejos estereotipos creados por la feroz campaña propagandística de Estados Unidos contra la revolución. Washington ya no podrá continuar vendiendo la ridícula imagen de isla-cárcel que los pulpos mediáticos y los vectores culturales dominantes han hecho creer a no pocas personas de buena voluntad.
Estados Unidos queda expuesto como el único país de América que impide viajar a sus ciudadanos, aunque un hecho tan denigrante no se convierta en titulares como atinadamente observó el bloguero y analista cubano Iroel Sánchez (lapupilainsomne). Las catedrales de la libertad de prensa esconden que los estadunidenses tienen prohibido viajar a Cuba. Que de hacerlo sin la autorización concedida por Washington a sólo contados casos y con muchas restricciones, se exponen a ser onerosamente multados y a otras sanciones.
Sin embargo, de ahora en adelante los cubanos no sólo podrán viajar a cualquier parte del mundo sin tener que realizar los engorrosos trámites existentes anteriormente sino que estarán autorizados a convertirse en residentes o ciudadanos de otros países, incluido Estados Unidos, sin perder la residencia legal en Cuba. Pero ésta, dado el caso, puede ser recuperada en cualquier momento a solicitud del interesado. Aunque el Estado se reserva, por razones de seguridad nacional o de interés público, la facultad de negar el permiso de viaje a una minoría de funcionarios, científicos o deportistas de alto rendimiento, estamos viendo una voluntad de hacer el menor uso de esa prerrogativa. Hasta los mercenarios de Estados Unidos dentro de la isla han comprobado que pueden solicitar el pasaporte, por lo que supongo que tan pronto lo reciban podrán viajar al país que les otorgue una visa. Ya sabemos que dinero no les falta.
Debe subrayarse que las nuevas regulaciones legales, con todo y su hondura, provienen de una política de paulatina flexibilización en los controles migratorios por el gobierno cubano. Según datos oficiales, entre 2000 y agosto de 2012 fueron autorizados 99.6 por ciento de los permisos de salida requeridos por ciudadanos cubanos. En ese periodo viajaron por asuntos particulares 941 mil 953 personas, de las cuales no retornaron 120 mil 275, equivalente a 12.8 por ciento. De los viajeros, 158 mil 68 eran graduados universitarios, de los que no regresó 10.9 por ciento. Las cifras muestran claramente que la inmensa mayoría de los cubanos que viajan regresa a Cuba. De modo que las versiones (o ilusiones) sobre el supuesto éxodo que viene carecen por completo de asidero.
Aunque no dispongo de datos precisos sé de primera mano que muchos cubanos están regresando a la isla a consecuencia de la magna crisis sistémica del capitalismo o movidos por las crecientes facilidades de que pueden disponer para montar un pequeño negocio en su patria. Recientemente hablé en La Habana con médicos que habían viajado a visitar a sus familiares en Estados Unidos antes de la entrada en vigor de la actualización migratoria, como se le llama en Cuba. Es decir, que su espíritu ya funcionaba desde antes de aplicarse a la letra.
El impacto de este cambio es de tal naturaleza a unas horas de entrar en vigor que ha dejado mudos a los integrantes de la mafia de Miami, más allá de proferir perlas como “todo lo que hace la dictadura de los Castro es para mantenerse en el poder”. La verdad es que no saben qué decir y por eso en los últimos días los hemos visto afirmar que donde dije dije, dije Diego. Por su parte, la vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland lo ha calificado de positivo y hasta los medios más anticubanos como El País, aunque con ese sesgo innoble que es su trade mark, han tenido que rendirse a la evidencia.
El problema principal ahora es para Washington, que tendrá que decidir qué hace con la famosa Ley de Ajuste Cubano, que permite conceder permiso de trabajo, residencia y naturalización a todos los cubanos que –legal o ilegalmente– llegan a Estados Unidos. Se supone que son perseguidos políticos, pero muy extraños, pues desde hace años viajan a la isla por cientos de miles y ahora lo podrán hacer con todas las facilidades imaginables por parte de La Habana. En su inmensa mayoría son emigrados económicos y sus posiciones políticas están muy lejos de las de la rabiosa contrarrevolución de Miami.
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