Salam Fayyad's Resignation

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La renuncia, la semana pasada, de Salam Fayad, primer ministro de la Autoridad Palestina, sucedió en un tiempo crucial, para el presidente Mahmoud Abbas, y para la administración del presidente Barack Obama, quien está tratando de reactivar las pláticas entre los israelíes y los palestinos. La renuncia de Fayad ha causado diversas reacciones entre las facciones palestinas, y una seria preocupación en varias capitales.

Desde su nombramiento por el presidente Yasser Arafat en 2001, como ministro de Finanzas, bajo la presión de Condoleezza Rice, entonces asesora de seguridad nacional durante la primera administración del presidente George W. Bush, Fayad sirvió como fideicomisario de los países donantes en la Autoridad Palestina. Mientras el ex funcionario del Banco Mundial, doctorado en economía por la Universidad de Austin, Texas, custodie la tesorería, los líderes pueden asegurar a sus ciudadanos que su dinero está en buenas manos. Fayad recortó 40 mil empleos, estableció organizaciones de seguridad, educación, salud e instituciones de asistencia social en Cisjordania. Su independencia política le dio mayor credibilidad en la mirada de Occidente y de Israel.

En 2009 presentó su plan “Palestina: terminando la ocupación, estableciendo el Estado”, el cual incluía entre otros temas: separación de poderes, libre comercio, el desarrollo de infraestructura, tales como oficinas gubernamentales, el mercado de valores y aeropuerto, todo con el propósito de establecer de facto un Estado palestino, y declararlo en 2011.

El congelamiento de las negociaciones, la continua expansión de asentamientos israelíes en Cisjordania, la fría relación entre el gobierno de Benjamin Netanyahu y la Autoridad Palestina y, últimamente la retención de recursos financieros, después de la decisión de Abbas de obtener reconocimiento de las Naciones Unidas de Palestina en categoría de Estado, fueron elementos jugados por Fatah y Hamas, que buscaban dañar políticamente a Fayad, considerado como un agente estadounidense-israelí.

Akiva Eldar, un columnista israelí, citó a un alto funcionario israelí hace algún tiempo: “Mi peor pesadilla es… que algún día, yo llegue a mis juntas regulares de coordinación con Fayad, y él me entregue las llaves de la Autoridad Palestina, me dé un apretón de manos y se vaya a casa…”.

En tal escenario, el gobierno de Israel se vería forzado a imponer un orden militar sobre Cisjordania, pagar los salarios de la policía, los maestros, burócratas, enfermeras, establecer infraestructura y mantener el orden… todo mientras el territorio podría arder en llamas y no habría oportunidad de recaudar impuestos de la población Palestina… Desmantelar la Autoridad Palestina costaría a Israel 4 mil millones de dólares.

La presión está ahora en los líderes palestinos para intercambiar la lucha por la solución de dos Estados por una lucha para alcanzar igualdad de derechos dentro de un solo Estado, desde el Mediterráneo hasta el río Jordán.

El nuevo gobierno israelí, que intenta incrementar el número de colonos en Cisjordania a un millón, da más razón a este argumento.

La renuncia de Fayad trajo ciertos cuestionamientos: ¿Cuánto tiempo más la Autoridad Palestina continuará actuando como subcontratista de Israel? ¿Cuánto tiempo los estadounidenses, europeos y japoneses pagadores de impuestos, aceptarán aguantar la carga del proceso de Oslo, lanzado hace 20 años y que no ha conducido a ningún lugar?

El canciller de Noruega, Espen Barth Eide, quien encabeza el Comité Ad-Hoc de enlace para la Asistencia a los Palestinos, transmitió un mensaje, en su última visita a Jerusalén y Ramalá el pasado 4 de abril: si el congelamiento del proceso diplomático continúa, muchos países donantes dejarán de transferir sus contribuciones a la Autoridad Palestina. Eide advirtió a Netanyahu, de acuerdo con el diario israelí Haaretz: “Nosotros no pagaremos las cuentas por siempre… el dinero tiene la intención de construir las instituciones del Estado palestino, pero si dicho Estado no existirá, no tiene sentido continuar aportando dinero”.

Fayad fue el contacto más importante entre Israel y los palestinos, y entre la Autoridad y el Occidente. ¿Puede su renuncia tambalear el puente que ha soportado por largo tiempo, una fallida diplomacia? La respuesta está en Washington y Tel Aviv.

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