La visita de Obama y las necesidades de Centroamérica
Todos los países centroamericanos sufren, a diferentes niveles, la violencia criminal y el narcotráfico, pero también amenazas crecientes a la democracia e institucionalidad.
El presidente estadounidense, Barack Obama, arribará mañana a Costa Rica, para encontrarse a una región duramente golpeada por la criminalidad y el narcotráfico y esperanzada en una solución para sus migrantes.
Obama ya estuvo en El Salvador una vez y en esta ocasión ha escogido la democracia más estable de la región, Costa Rica, como su destino. Lo cierto es que las diversas administraciones estadounidenses han tenido a Centroamérica en un tercer plano desde el fin de las guerras civiles a inicios de los 90. Desde entonces la única preocupación ha sido el narcotráfico o alguno que otro evento trascendental como un desastre natural o un golpe de Estado. El resto del tiempo, los norteamericanos parecen poco preocupados por la región y por amenazas crecientes como el autoritarismo o la corrupción.
A Obama lo esperan seis presidentes con intereses absolutamente diferentes. Panamá y Costa Rica con avances notables en democracia, economía, desarrollo social. Nicaragua con una mejora económica pero una institucionalidad destruida por el autoritarismo de Ortega.
El Salvador, Guatemala y Honduras, duramente afectadas por la violencia y la impunidad, pero con enfoques diferentes sobre cómo enfrentar esos fenómenos. Los tres, afectados por el narcotráfico.
También persisten diferencias de enfoques y hasta personales entre los mandatarios, que seguramente saltarán a la vista para Obama.
Centroamérica ciertamente necesita mayor atención y mayor financiamiento ante sus problemas más evidentes, pero Estados Unidos no debe dejar de lado que las amenazas a la democracia, libertades y derechos humanos aún están latentes.
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