Terrorism from the US

<--

Terrorismo desde Estados Unidos

El Pentágono planea utilizar drones de combate de gran tamaño para llevar a cabo ataques nucleares estratégicos.

Estos son algunos de los parámetros que el Departamento de Justicia de Estados Unidos utiliza para justificar los asesinatos gubernamentales. El enfoque principal se basa en tres condiciones:

Un funcionario de alto nivel del gobierno federal, con acceso a información pertinente, decide que determinado individuo representa una amenaza inminente de ataque violento contra el país.

La captura no es viable y el gobierno estadunidense mantiene un monitoreo para decidir si esta situación se modifica.

La operación será llevada a cabo conforme a la ley aplicable sobre acciones de guerra.

Esta práctica es injustificable y atenta contra los principios de las personas amantes de la paz en todo el mundo. El imperio de la ley deja de tener vigencia. La percepción de algún burócrata desalmado respecto al derecho del gobierno de Estados Unidos a elegir como blanco a quienes decide que son sus enemigos, no puede ser válida. Se trata de algo inmoral, ilegal en el marco del derecho internacional; y resulta el epítome del monstruoso desdén con el que algunos en Estados Unidos contemplan al resto de la humanidad.

Al permitir que los presidentes estadunidenses se salgan con la suya cuando ordenan asesinatos, los ciudadanos de ese país les confirman que pueden continuar sin trabas por ese camino. Al permanecer en silencio cuando ven el mal, sin exigir que cese esa práctica, son tan culpables como quienes cometen tales atrocidades.

George W. Bush declaró que el gobierno tenía el derecho a secuestrar, torturar, detener a personas en una prisión para siempre, sin juicio, incluso si tienen la ciudadanía estadunidense. El día en que el pueblo de Estados Unidos decidió no procesar a Bush, al entonces vicepresidente Dick Cheney y a su cohorte criminal por sus delitos, es el día en que su país vendió su espíritu al mal.

El presidente Barack Obama continúa en la línea de esos criminales. Puesto que el país no reaccionó con horror cuando debería haberlo hecho, Obama no solamente persiste en algunos de esos crímenes, sino que ha añadido otros más. Su gobierno ha ido mucho más lejos, al afirmar que ahora el presidente decide en persona quién vive y quién muere.

Vidas inocentes son segadas continuamente mediante los drones Predator. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas, porque el gobierno de Estados Unidos calla al respecto. Y todavía peores son los números de los inocentes que fueron señalados como blancos a sabiendas: por incompetencia, por rencor, u otros infames motivos. De nuevo, el gobierno guarda silencio sobre el tema, mientras la mayor parte de los ciudadanos permanece felizmente ignorante. Estados Unidos se ha convertido en el hogar de los paranoicos y en la tierra donde la libertad absoluta es solamente para quienes pueden pagarla.

Existe una tendencia más bien alarmante a utilizar drones de ataque y otros vehículos aéreos de combate no tripulados, en operaciones ofensivas, incluso para asesinar a civiles inocentes. El empleo de estos artefactos militares atenta contra la soberanía de otras naciones y constituye una severa violación a la ley internacional humanitaria.

Por ejemplo, entre junio de 2004 y diciembre de 2012, los vehículos aéreos de combate no tripulados estadunidenses mataron en Pakistán a más de tres mil 300 personas, incluidos unos 180 niños. La presunta eficiencia derivada del empleo de artefactos de control remoto, de acuerdo con los informes de los medios, es muy baja, en una proporción de uno a 50; lo que significa que para lograr la muerte de un solo “terrorista”, 50 inocentes, que no son terroristas, serán asesinados. ¿Y quién determina si murió un “terrorista” o no? Los drones no pueden distinguir entre el rostro del supuesto terrorista y el de una persona inocente.

Solamente en EU existen unos ocho mil 500 drones. Además del asesinato de la población civil junto a los “terroristas”, el Pentágono planea utilizar drones de combate de gran tamaño para llevar a cabo ataques nucleares estratégicos. De este tamaño es la amenaza: en Washington están los auténticos terroristas.

About this publication