Estados Unidos: Aniversario de la peor crisis
El presidente Barack Obama marcó el pasado lunes el quinto aniversario del inicio de la crisis financiera con un discurso en La Casa Blanca en el que dijo que su principal prioridad sigue siendo “reconstruir” la economía. “Es difícil algunas veces recordar lo que pasó” en Wall Street, dijo, indicando que la crisis fue “una tormenta perfecta” que afectó a millones y que “erosionó” especialmente a la clase media.
Aquí la historia:
Hace exactamente cinco años uno de los mayores bancos de inversión del mundo, Lehman Brothers, colapsó y su fin marcó el inicio de la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión; pero no fue la causa.
La crisis financiera ya había comenzado en Estados Unidos en diciembre de 2007, siete meses antes de la caída de Lehman.
Fue la confluencia de varios factores la que la produjo: la concesión de préstamos por parte de los bancos a clientes que no lo merecían, el pobre trabajo de las agencias que ponen nota a la deuda, una regulación financiera laxa y una serie de incentivos públicos que animaron a que se prestara y se pidiera prestado. En otras palabras, el dinero fácil y el aparente exceso de liquidez hincharon la burbuja durante la expansión hasta explotar.
El 15 de septiembre de 2008 quebró Lehman Brothers, y su bancarrota provocó una devastadora onda expansiva (la Bolsa de Nueva York se hundió más de un 40%) que forzó al Gobierno a abrir el grifo de las ayudas para salvar su sistema financiero.
Washington ofreció asistencia sin límite a las entidades hipotecarias semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac, salió en auxilio de la gigantesca aseguradora American International Group (AIG) y después lanzó el salvavidas nada menos que a Bank of America y Citigroup, señaló Sandro Pozzi
La Reserva Federal cifra en 12,6 billones de dólares la cantidad que movilizó para estabilizar el sector financiero, lo que equivale a más del 80% del PIB de 2007. Eso sin contar con unos tipos de interés estancados en el 0% desde diciembre de 2008 y tres rondas de estímulos que provocaron que el balance de la Reserva Federal se multiplicara por cuatro.
Cinco años después, la parte del plan de rescate correspondiente a la banca tiene unos beneficios de 27,600 millones. Pero no logró contener el desbarranque de las clases media y trabajadora.
A cuatro años del final oficial de la recesión hay 11,3 millones de parados y 10,6 millones de personas subempleadas -forzadas a trabajar a tiempo parcial- o que se declaran frustradas con las perspectivas laborales.
La recuperación del colapso escenificado con el derrumbe de Lehman Brothers está siendo, por tanto, desigual en la población.
Un estudio elaborado por Associated Press-NORC y The Center for Public Affairs Research concluye que la brecha entre pobres y ricos es cada vez más amplía.
“No existe igualdad, ni en la crisis, ni en la recuperación”, asegura Andrew Sum, director del Centro de Estudios del Mercado Laboral en la Universidad Northeastern (Boston, Massachussets). “Mientras que unos están en plena depresión, otros disfrutan de pleno empleo”.
A la vez que las familias de bajos ingresos -aquellas que cobran 20,000 dólares o menos al año- han llegado a una tasa de desempleo del 21%, las que cuentan con altos ingresos -que ganan 150,000 dólares o más anualmente- tienen un índice de paro del 3,2%. Esta disparidad entre ricos y pobres ofrece los primeros datos que muestran en qué medida el factor empleo ha contribuido a la erosión de la clase media, continúa el informe.
En este momento en Estados Unidos la clase media está siendo contratada en trabajos por debajo de su preparación y de menor salario. Muchos de ellos están siendo desplazados a empleos no especializados, de bajos ingresos, en los que son obligados a trabajar menos horas o son despedidos, dice el informe.
Para el Premio Nobel de Economía Paul Krugman la política del gobierno desde Lehman ha sido un “terrible fracaso”. La Reserva Federal sigue inyectando dinero en la economía a través de compras de bonos por 85 mil millones de dólares al mes y mantiene tasas ultrabajas.
Krugman pide “un impulso masivo” al empleo. Es decir, dar un impulso lo suficientemente fuerte a la creación de empleo para compensar los efectos de la recesión económica y posponer la austeridad fiscal y las subidas de impuestos hasta que el sector privado estuviese listo para tomar el relevo.
El informe sobre la creación de 169.000 empleos en agosto no ha sido malo, dice. Pero teniendo en cuenta lo deprimida que sigue estando la economía, lo cierto es que se debería estar creando más de 300.000 puestos de trabajo al mes, no menos de 200.000. Como señala el Instituto de Política Económica, se necesita más de cinco años de crecimiento del empleo a este ritmo para volver al nivel de paro que predominaba antes de la Gran Recesión.
¿Por qué la reducción del paro no es una prioridad política de primer orden?
“Por la perniciosa obsesión de la élite política con los déficits presupuestarios”, dice Krugman. “Una obsesión que ha llevado a los Gobiernos a recortar la inversión cuando deberían estar incrementándola, y a destruir empleo cuando la creación de empleo debería haber sido su prioridad”
Alberto Ampuero es periodista de Riverside, California.
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