The United States’ budget is an institutional and political road map. The winding path of some highly important proposals around Capitol Hill, for the nation’s finances and therefore those of the rest of the world, is proof of this assertion. One concerned the debt limit or ceiling, which last Wednesday reached a point where it was in danger of a default.
Just the possibility of default encouraged some of the rating agencies to release a warning that the U.S. was at risk of having its international credit rating, which is currently triple A, reduced.
The debt ceiling is linked to the paralysis of an important public administration sector since the beginning of October. This shutdown left hundreds of thousands of workers — hopefully, only temporarily — without work and is due to the lack of a budgetary agreement between the Democrats and the Republicans over the controversial Affordable Care Act, known as “Obamacare.”
Though the conversations seemed to revolve around the differences between Democrats and Republicans, this is only an approximation of the truth. The negotiations make it clear that factors such as the geographical origin of voters and their stances regarding racial, gender and even religious issues has an enormous influence over the way in which public opinion perceives the budgetary debate, and it is to these perceptions that the representatives and senators respond. Programs to improve education in their districts are also a highly important factor for voters.
This multitude of factors that make up the vision and overall preferences of voters from various regions becomes obvious when each representative sets out their thinking and political lines. Inside each district, opinion polls are carried out whose results only partially reflect the party affiliation of those surveyed.
Various examples generally relating to this explain why the Republican speaker had to call on the support of moderate Democrat representatives to compensate for the desertion of conservative Republicans when it came to resolving the dispute. The matter is more complicated still because a divide between liberals and conservatives within the parties is also clear. For example, between the conservative Republicans there are tendencies toward a more accentuated conservatism. The tea party is the visible line of this fracture, which frequently arises in elections and debates. There are similar ruptures among the Democrats.
President Barack Obama summarized his objectives in the negotiations that took place in Congress and the Senate the week before last. Obama asked for the debt ceiling to be restored without additional costs to the United States, as well as for the budgetary disagreement to be resolved in order to restart the administration’s operations.
With the crisis over, at least for the moment, the usual question in these circumstances is who lost and who won. The dust has yet to settle to allow for a more accurate analysis.
However, it is possible to speculate that the citizens won, independently of their political orientation. We hope for the same level of maturity in the days running up to Feb. 7, 2014, the deadline for more lasting agreements on the same issues.
Los vericuetos del Capitolio
Para entender el debate presupuestario en Estados Unidos no basta fijarse en las polémicas partidistas entre demócratas y republicanos
En cada distrito electoral estadounidense hay votantes que respaldarían tesis y planes ajenos a la línea de sus partidos
El presupuesto de Estados Unidos es un mapa institucional y político del país. El reciente recorrido por los vericuetos del Capitolio de algunas propuestas de inmensa importancia para las finanzas nacionales y, en consecuencia, del resto del mundo es prueba de esa aseveración. Una concernía al techo o límite para el endeudamiento público, que el miércoles pasado alcanzó el punto donde se temió una cesación de pagos.
Solo esa posibilidad de morosidad motivó a algunas de las entidades calificadoras a emitir una advertencia de riesgo que podría reducir la calificación del crédito internacional de Estados Unidos, actualmente de triple A.
El techo para el endeudamiento está ligado con la paralización de un importante sector de la Administración Pública desde inicios de octubre. Ese cese de operaciones dejó sin empleo, ojalá sea solo temporalmente, a centenares de miles de trabajadores y responde a la falta de un acuerdo presupuestario entre demócratas y republicanos, principalmente con respecto al controversial plan de salud titulado Affordable Care Act y conocido como “Obamacare”.
Si bien las diferencias entre republicanos y demócratas parecieron dominar el giro de las conversaciones, esa impresión es solo una aproximación a la realidad imperante. Las negociaciones ponen de manifiesto que factores como el origen geográfico de los votantes, las posturas con respecto a los problemas raciales y de género, e incluso los religiosos, poseen inmensa influencia sobre la forma en que la opinión pública percibe el debate presupuestario, y a esas percepciones responden los representantes y senadores. Los programas para mejorar la educación en sus distritos son también un factor de gran importancia para los votantes.
Esta multiplicidad de factores que conforman la visión y las preferencias prevalecientes entre votantes de diversas regiones se hace notoria cuando cada representante define su pensamiento y su línea política. Dentro de cada distrito suelen realizarse estudios de opinión cuyos resultados solo en parte reflejan la afiliación partidista de los entrevistados.
Este trasfondo de ideas y preferencias no meramente partidistas constituye la clave para entender por qué en cada distrito hay votantes que respaldarían tesis y planes ajenos a la línea partidista.
Varios ejemplos relacionados con este tema general explican por qué el líder (Speaker) republicano debió pedir el apoyo de representantes demócratas moderados para compensar una fuga de republicanos conservadores a la hora de resolver el diferendo. El asunto es todavía más complejo porque la frontera entre liberales y conservadores también se manifiesta dentro de cada bancada. Por ejemplo, entre los conservadores republicanos hay corrientes de un conservadurismo más acentuado. El Tea Party es un eje visible de esta fractura, que con frecuencia se presenta en debates y votaciones. Entre los demócratas existen fisuras similares.
El presidente Barack Obama resumió sus objetivos en las negociaciones que desde la semana antepasada realizaban congresistas y senadores. Obama pidió una restauración del techo de la deuda sin costos adicionales para Estados Unidos, así como una resolución del conflicto presupuestario para restablecer las operaciones de la Administración.
Superada la crisis, por lo menos de momento, la pregunta usual en estas circunstancias suele ser quién ganó y quién perdió. El humo de la batalla aún debe asentarse para posibilitar un análisis más cercano a la realidad.
Sin embargo, es posible adelantar que ganaron los ciudadanos, independientemente de las orientaciones políticas. Desearíamos que igual madurez se logre plasmar en los días cercanos al 7 de febrero del 2014, fecha límite para acuerdos más duraderos sobre los mismos temas.
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These costly U.S. attacks failed to achieve their goals, but were conducted in order to inflict a blow against Yemen, for daring to challenge the Israelis.
The new administration will have to act rapidly, methodically, with perseverance and intelligence to confront the challenges regarding health, economy, the environment, race, society and foreign policy.