EEUU y su moneda están dejando de tener la fuerza a la que nos tenían acostumbrados
La semana pasada, luego de soportar un masivo cierre de oficinas estatales por algo más de dos semanas y de generar incertidumbre en los mercados financieros internacionales, el Congreso estadounidense llegó a un acuerdo para dar curso al presupuesto del año fiscal que inicia en octubre, restableciendo las operaciones de ingresos y gastos del Gobierno norteamericano.
A raíz de los elevados parámetros de gasto público estadounidenses, la economía de ese país tiene un severo problema de deuda. El ratio deuda/PIB de EEUU está alrededor del 73%, con lo cual viene a ser un país rico altamente endeudado, tal y como señaló tiempo atrás el economista Oscar Ugarteche. Como contexto, cabe recordar que el ratio deuda/PIB de Bolivia estaba alrededor del 65% cuando logró la reducción de su deuda en el programa HIPC (países pobres altamente endeudados).
Como ya sucedió en otras ocasiones, un problema doméstico (la resistencia del ala más conservadora del partido republicano, el Tea Party, contra el gasto público, concretamente contra el programa de salud pública propuesto por Barack Obama, y no por ejemplo contra el gasto militar estadounidense que representa más del 20% del presupuesto) tuvo repercusiones mundiales, que devienen por el tamaño de la economía de Estados Unidos y sus vínculos con el resto del mundo.
Una de las consecuencias más graves para la economía mundial, que se deriva del bloqueo presupuestario de EEUU, es el riesgo de la suspensión de pagos de su deuda pública (aproximadamente 22 trillones de dólares). Por la magnitud de esta cifra, el riesgo está asociado a una pérdida de valor de la divisa estadounidense y, concomitantemente, a un ajuste mayor en el comercio internacional.
China, que es hoy la segunda economía mundial, ya asumió algunas medidas para contrarrestar los efectos de lo que podría significar el debacle del dólar estadounidense en los próximos años. La agencia de calificación de riesgo crediticio de ese país disminuyó la calificación de EEUU; paralelamente, el Gobierno chino inició acuerdos bilaterales y multilaterales para disminuir el uso del dólar en su comercio internacional, y recientemente el país asiático llegó a un acuerdo con la Unión Europea para que el 10% de su comercio se transe vía un mecanismo de compensación de euros vs. reminibi.
Los países de América Latina no son ajenos a una realidad en la que la economía de EEUU y su moneda paulatinamente están dejando de tener la fuerza a la que nos tenían acostumbrados. Es por eso que, al menos conceptualmente, varios de los gobiernos de la región han emprendido iniciativas para contar con una banca de desarrollo propia (Banco del Sur) y con una moneda común latinoamericana (el sucre), iniciativas que por ahora sólo están en papel. Ya vendrá el tiempo en que se los necesite en la realidad.
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