New challenges are confronting President Obama’s health care reforms as 2014 begins, and the main sections of the law go into effect. Just a few hours before the beginning of the New Year, a Supreme Court judge placed a temporary injunction on the mandate that makes it mandatory for employer-provided health insurance plans to cover the costs of birth control.
Justice Sonia Sotomayor’s decision coincided with a historic moment for the United States, as 6 million Americans found themselves with health insurance coverage for the first time, and it joins a long list of economic, legal and political challenges that the legislation has provoked since it was first proposed.
Jan. 1 was the designated implementation date for some of the most popular sections of the Affordable Care Act, which has become President Obama’s flagship policy. Insurers can now no longer refuse to provide coverage on the grounds of a pre-existing medical condition, a move that, according to the White House, will affect 129 million patients. It will also be illegal for insurers to place an upper limit on the medical costs they are prepared to pay for each patient and charge women more than men similar plans.
The White House has announced that more than 2 million Americans have purchased these plans through the new insurance marketplace, although some technical issues with the online enrollment process still need to be resolved. Among other consequences, the new law will make it possible for 6 out of 10 Americans, who are currently without health insurance, to purchase a policy for under $100. It is also hoped that hundreds of thousands of people will benefit from the extension of the federal Medicaid program for those on low incomes.
However, rather than celebrating these figures, the Obama administration must prepare an official response to Sotomayor’s ruling before this Friday, when she may decide to prolong the injunction so that the case can be heard by other justices, or — as the New York Times explains — the Supreme Court may decide to investigate the case immediately.
The lawsuit, brought by the Little Sisters of the Poor, a nonprofit that runs a home for the elderly in Denver, is one of many dozen cases brought against the federal government in response to the section of the legislation requiring businesses to provide insurance policies to their employees that cover the cost of contraceptives and other methods of birth control. Since the law was passed, businesses and organizations with religious affiliations have alleged that the government is forcing them to act against their beliefs.
Just before Sotomayor’s decision was announced, Archbishop Joseph Kurtz, from the United States Conference of Catholic Bishops, claimed in a letter to the president that the legislation "harshly and disproportionately penalizes those seeking to offer life-affirming health coverage in accord with the teachings of their faith."
The complainants also allege that they face financial penalties that could jeopardize their survival. A key aspect of the new legislation is that Americans must either take out medical insurance or pay a fee when they complete their next tax return. Companies that provide health insurance directly to their employees must ensure that the plans cover birth control; if religious groups fail to do so, they will be liable for paying a fine.
Planned Parenthood, a coalition of organizations that provide medical care to millions of American women, responded that the process of enforcing the law must continue. "Religiously affiliated organizations … are already able to get an exemption so that they aren’t paying for or administrating coverage of birth control if it violates their religious mission," said the group’s president, Cecile Richards, in a statement. "This exemption ensures that women can get access to affordable birth control no matter where their work, while also addressing the concerns of religiously affiliated organizations."
La complicada entrada en vigor de la reforma sanitaria de Obama
Nuevas batallas legales coinciden con la aplicación de los principales apartados de la ley
La reforma sanitaria del presidente Obama se enfrenta con el comienzo de año a nuevos desafíos, coincidiendo con la entrada en vigor de sus principales apartados. Apenas unas horas antes de la llegada de 2014, una juez del Tribunal Supremo ponía en suspenso la provisión que obliga a las empresas a proporcionar a sus empleadas pólizas que cubran el coste de tratamientos anticonceptivos.
La decisión de la juez Sonia Sotomayor coincidía con un momento histórico para Estados Unidos, cuando cerca de seis millones de personas podrían contar con un seguro por primera vez, y se une a la larga lista de desafíos económicos, legales y políticos a los que se ha enfrentado la legislación desde sus inicios.
El 1 de enero era la fecha designada para la implementación de algunas de las secciones más populares de la legislación, convertida ya en el sello del presidente Obama. A partir de este miércoles, las aseguradoras no pueden negar cobertura a un enfermo por tener condiciones médicas preexistentes, una medida que afecta a 129 millones de pacientes, según la Casa Blanca. Tampoco podrán poner límites al gasto por paciente ni cobrar más a una mujer que a un hombre por la misma póliza.
La Casa Blanca ha anunciado que más de dos millones de estadounidenses que han contratado esas pólizas a través del nuevo mercado de seguros, una vez superados los fallos técnicos de la página web donde se pueden contratar. Entre otras consecuencias, seis de cada 10 ciudadanos que carecen de seguro hasta ahora podrán contratar uno por menos de 100 dólares. Se espera que cientos de miles de personas se beneficien también de la ampliación del programa federal Medicaid, para ciudadanos sin recursos.
Pero lejos de celebrar estas cifras, la Administración Obama deberá preparar antes de este viernes una respuesta oficial a la decisión de la juez Sonia Sotomayor. A partir de entonces, el mandato puede ser anulado para que el caso avance en otros tribunales o, como explica el diario The New York Times, puede provocar que el Supremo acepte estudiarlo de manera inmediata.
La demanda presentada por el grupo Little Sisters of the Poor, una ONG que dirige una residencia de ancianos en Denver (Colorado), es una de las varias docenas de querellas contra el Gobierno federal por el apartado de la reforma que obliga a las empresas a proveer seguros que cubran el gasto de tratamientos como anticonceptivos y otras medidas preventivas. Desde su aprobación, organizaciones y empresas afiliadas a grupos religiosos han alegado que el Gobierno les obliga a actuar en contra de sus creencias.
Poco antes de que se pronunciara la juez Sotomayor, el arzobispo Joseph Kurtz de la Conferencia de Obispos Católicos, lamentó en una misiva enviada al presidente Obama que la legislación “castiga dura y desproporcionadamente a quienes quieren facilitar cobertura médica que defiende la vida y de acuerdo con las enseñanzas de su fe”.
Los demandantes alegan además que se enfrentan a penalizaciones económicas que pueden poner en peligro su sostenibilidad. La clave de la reforma sanitaria radica en que los ciudadanos están obligados a contratar un seguro médico para no pagar una tasa en su próxima declaración de impuestos. Las empresas que los proporcionen directamente a sus empleados deberán garantizar además que las pólizas cubren el coste de tratamientos anticonceptivos. Si los grupos religiosos se niegan a hacerlo, deberán pagar una multa.
Planned Parenthood, una coalición de organizaciones que proveen cuidados médicos a millones de mujeres estadounidenses, respondió sin embargo que la aplicación de la ley debe seguir adelante. “Los grupos religiosos ya están exentos de pagar anticonceptivos a sus empleadas si consideran que viola su misión religiosa”, afirmó su presidenta, Cecile Richards, en un comunicado. “Esta excepción garantiza que las mujeres pueden acceder a anticonceptivos, independientemente de dónde trabajen, a la vez que responde a las preocupaciones de los religiosos”.
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It is doubtful that the Trump administration faces a greater danger than that of dealing with the Jeffrey Epstein files, because this is a danger that grew from within.