Los oportunistas, que siempre buscan la forma de aprovecharse de las desgracias ajenas, todos los que creen que solo hay que sacudir el palo para cosechar, están desconcertados porque los presidentes del Triángulo Norte de Centroamérica no regresaron con las maletas llenas de dólares, después de reunirse con Obama en la capital de Estados Unidos. Los presidentes de Honduras, El Salvador y Guatemala, no iban a negociar beneficios a partir de la desgracia de la inmigración. El propósito, era buscar puntos de convergencia para mirar en la misma dirección. Y desde allí, desarrollar propuestas que permitan un tratamiento integral de las causas que animan los procesos de desplazamiento de las poblaciones marginales de la Centroamérica, más pobres y que más sufren. Y esa finalidad, se logró en la medida en que los cuatro gobernantes asumieron co responsabilidad –como no podía ser de otra manera– en el crecimiento numérico de la inmigración de menores de edad del triángulo norte, empobrecido e inseguro de Centroamérica, hacia la refulgente y segura prosperidad de USA.
Por más que quieran enredar los argumentos, el problema de la inmigración brusca, ilegal y desordenada de los centroamericanos hacia Estados Unidos, no es provocada originalmente por este país. La responsabilidad primaria, la tienen las sociedades, los gobernantes y los empresarios de Guatemala, El Salvador y Honduras. Incluso si llegara a aceptarse que el agravamiento del fenómeno tiene su origen en el incremento de las maras y pandillas; y el consiguiente clima de inseguridad y violencia que producen frente a estados débiles que no pueden imponer la ley, la responsabilidad es de los regímenes políticos que dicen representar los intereses de las poblaciones citadas. Además, el análisis no resiste la prueba del ácido porque los hechos confirman que la población desesperada, emigra en búsqueda de oportunidades; y lo hace hacia los Estados Unidos –no hacia Cuba, donde hay más seguridad, por ejemplo– porque allí hay oportunidades de empleo, libertad y seguridad para lograr sus metas. Los Estados Unidos, eso sí, tienen responsabilidad en el fenómeno. No solo por el éxito que han logrado, sino que además, por el alto consumo de drogas que ha convertido a Honduras, El Salvador y Guatemala, en tránsito obligado –hasta ahora– de los estupefacientes que requiere una creciente demanda que produce el bienestar y los conceptos de libertad que se manejan en los Estados Unidos. Pero es obligado, reconocer que aquello es lo primero; y esto es lo secundario. Por lo que resulta inocente, ingenuo e ilusorio, pretender cobrarle a Estados Unidos porque la refulgencia de su desarrollo atrae a nuestros inmigrantes que no hemos podido o querido darles satisfacciones en sus tierras originales; y además pedirle dinero por ello, para seguir en el triángulo norte, permitiéndole a políticos y empresarios, continuar viviendo de los pobres; y dándole la espalda a sus obligaciones.
Para los analistas estadounidenses, las cosas están muy claras. Hay que producir desarrollo económico en Honduras, Guatemala y El Salvador, para que la búsqueda del sueño americano, no enfrente la inseguridad mexicana; ni mucho menos la dureza de la legislación estadounidense. Y para lograrlo, no tenemos por qué esperar que Estados Unidos nos diseñe el “Plan Centroamérica”, que nos financie generosamente; y que, en fin, hagan lo que irresponsablemente no hemos podido hacer por los pueblos de las tres naciones. En vez de lamentar que nuestros gobernantes regresan con los bolsillos vacíos, hay que demostrar independencia emocional, creatividad superior y responsabilidad especial, diseñando nuestros propios planos. Y solo una vez, cuando no hemos podido encontrar localmente los recursos que necesitamos, podemos buscar en otros países, en primer lugar Estados Unidos, el apoyo necesario. Seguir creyendo que solo es cosa de irle a llorar a los gringos, para regresar con costaladas de dólares, es una fórmula oportunista e irresponsable que en Washington rechazan y desprecian. Lo que hay que hacer, una vez que Obama ha aceptado la tesis de la responsabilidad compartida, es diseñar planes de seguridad, desarrollo y consolidación democrática. Después buscar cooperación y apoyo. Pero sin el oportunismo de los que creen que los gringos violarán sus leyes, para de ese modo, disimular la indolencia de clases dirigentes y económicas irresponsables.
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