Las condiciones parecen estarse dando. Un cambio en la opinión pública estadounidense y reformas en el régimen cubano posibilitarían el fin de los más de 50 años de embargo que dé paso a una reapertura de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Eso opina el influyente diario The New York Times, que, en un editorial, pidió “acabar con un embargo insensato”.
El pedido de un timonazo en la política de Washington hacia la isla no es nuevo. De hecho, el presidente Santos también lo había hecho en un foro el 23 de septiembre en la Universidad de Harvard. “Yo tengo la fe de que Estados Unidos y Cuba pueden llegar a una relación de trabajo que permita a Estados Unidos levantar el embargo, que, desde mi punto de vista, ha fallado”, dijo.
Ahora, los intereses de grupos empresariales que quieren invertir en Cuba, los guiños que hacen pensar que el gobierno de Raúl Castro está preparando a su país para una etapa postembargo y la realidad que demuestra que el bloqueo no ha servido más que para consolidar el modelo de comunismo castrista y permitirles a Rusia y a China penetrar la zona de influencia de Washington le dan alas a este replanteamiento solicitado por distintas fuerzas al presidente Obama.
En La Habana no se proyectan cambios políticos. Entonces, se preguntan los empresarios estadounidenses y cubanoestadounidenses: ¿por qué no aprovechar las ventanas comerciales que abre el régimen de Raúl? Áreas tan jugosas como la de telecomunicaciones pueden ser una enorme oportunidad de negocio. Además, sería más fácil para Washington influenciar cambios políticos en la isla desde dentro y no desde la hostilidad. Y podría mejorar sus relaciones con Latinoamérica.
Obama prometió diálogo con sus rivales históricos, y Hillary Clinton, que se perfila como la candidata demócrata para las próximas elecciones, se ha expresado favorablemente a un cambio de política, con lo que el Presidente no entraría en contradicciones. Y en horas bajas de su popularidad y con tantos conflictos internacionales abiertos, romper el embargo sería un nuevo aire caribeño para su mandato. La Cumbre de las Américas en Panamá, en abril, a la que Cuba fue invitada, podría ser el primer gran paso.
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