US: The Senate Report

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No hay la menor duda de que el ser humano es el único animal capaz de torturar a su semejante. Un león puede matar a otro león, pero no lo tortura. Los humanos tenemos esa desgraciada característica en nuestro ADN. Tenemos la capacidad de hacer sufrir, no únicamente a otro humano, sino también a cualquier animal. ¿Cuántos casos de abuso animal se dan diariamente en este mundo? Torturar no es solo utilizar herramientas físicas para ocasionar sufrimiento a otros. Un esposo puede torturar a su esposa sin tan siquiera ponerle la mano encima. La tortura sicológica es tan despreciable como la tortura física y, sin embargo, no se habla tanto de ella. A un niño lo pueden hacer sufrir sus padres, aun cuando estos crean que lo están disciplinando.

Saco este tema a colación, ya que acaba de salir un informe del Comité de Inteligencia del Senado norteamericano, el cual describe las horribles torturas llevadas a cabo por la Agencia Central de Inteligencia contra los que ellos consideraban terroristas o supuestos terroristas. El informe, que tengo en mi poder, no es más que un resumen de 500 páginas de un estudio que llevó a cabo ese Comité, el cual tiene más de 6 000 folios en total.

No tengo la menor idea de por qué se ha creado tan tremendo revuelo por la publicación de este informe. Dicen los espiritistas que lo que se sabe no se pregunta, y yo diría que lo que se conoce no asombra. ¿De qué hay que sorprenderse, de que un aparato de Inteligencia use métodos de torturas para buscar información? Desde la época de nuestros más remotos antepasados esos métodos son más o menos comunes.

Desde que los norteamericanos desembarcaron en Afganistán, hace más de una década, el Gobierno del presidente Bush, con la anuencia y complacencia de los congresistas, le dio luz verde a la CIA y otras agencias para que utilizaran el método que quisieran para buscar informaciones. Es más, el propio ejército de ocupación en Iraq se encargó de utilizar métodos horribles de tortura con los prisioneros que tenía en varias cárceles de aquel país. Las fotografías de soldados norteamericanos torturando a prisioneros indefensos dieron la vuelta al mundo.

El pueblo de este país se horroriza cuando se entera de que su Gobierno es capaz de utilizar ese tipo de método contra sus enemigos. Hay razón para que este pueblo se sienta avergonzado de que sus líderes puedan hacer uso de esos instrumentos de tortura. Definitivamente, para este pueblo, ese asunto le resulta una píldora muy difícil de tragar. Históricamente, en el orden doméstico, los gobernantes de este país le echan la culpa de cualquier violación de derechos humanos a los individuos o instituciones que las ejecutan. Si un policía mata o golpea a un ciudadano, la culpa es del policía y no del Gobierno. Pues lo mismo ahora pasa con la CIA, que es un organismo oficial de la administración estadounidense. Ahora se le echa la culpa de haber engañado al Gobierno al no informarle de los métodos de tortura que utilizaba para interrogar a los prisioneros. Y eso es una soberana mentira, ya que el Gobierno sabía que esa agencia de inteligencia tenía su beneplácito.

Desde hace años se habló públicamente del uso del ahogamiento de los prisioneros por parte de los agentes de Inteligencia. Era vox pópuli en el mundo entero que se estaba utilizando ese procedimiento, era vox pópuli también que la Agencia Central de Inteligencia tenía cárceles secretas en un montón de países de Europa y en otros lugares.

En ningún momento el vicepresidente Dick Cheney ha negado su apoyo a los métodos utilizados contra los prisioneros; es más, ahora que salió a la luz pública el informe del Senado, Mr. Cheney ha afirmado que los autores de esas atrocidades no deben ser condenados sino, al contrario, condecorados por haber hecho una labor patriótica. Cheney llama patriotas a los torturadores y ni siquiera se sonroja.

Este informe del Senado sobre las prácticas de la CIA no es nada nuevo, por los años 70, otra comisión de dicho organismo, la Comisión Church, también hizo un informe acusando a esa agencia de Inteligencia de utilizar el espionaje contra los opositores políticos y los involucrados en intentos de asesinatos.

En realidad, lo único que ha hecho este informe es oficializar lo que ya era oficioso. No creo que su publicación vaya a cambiar ninguna regla del juego y que, de pronto, la Agencia Central de Inteligencia o cualquier otro organismo del Gobierno de Estados Unidos vaya a dejar de actuar como hasta ahora lo ha hecho.

Para ser honestos, también hay que decir que no fue la CIA la que inventó la tortura como método para buscar información, ni es la única que la ha usado.

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