The Police vs. the Mayor of New York

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Los de esta Navidad no han sido precisamente días de paz y tranquilidad para el alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio. Luego de tener que enfrentar las protestas callejeras por la decisión del gran jurado de no procesar al policía que le aplicó una llave mortal al vendedor de cigarrillos afroamericano Eric Garner, ahora debe lidiar con la hostilidad, abierta y manifiesta, de los cinco sindicatos que representan a los miembros de la Policía, tras el asesinato a quemarropa, el sábado, de dos agentes a manos de un atacante afrodescendiente que padecía trastornos psiquiátricos.

Lo ocurrido detonó una reacción hostil que se estaba incubando desde el momento mismo en que este demócrata, que venía de ser defensor del pueblo neoyoquino, asumió el cargo en enero de este año con la promesa de darle a la relación de la Policía con la ciudadanía un marco mucho más sólido de respeto a los derechos civiles y las minorías.

La apuesta dio frutos. Ha logrado reducir las quejas contra la institución en un 10 por ciento, además de una sensible disminución de la criminalidad, gracias a una política de seguridad que marca una ruptura con la de sus antecesores conservadores. Pero tales resultados no han servido para amainar la inconformidad que generó el cambio entre los uniformados. Tras el crimen del sábado, estos llegaron al extremo, incluso, de responsabilizar al burgomaestre, acusándolo de tener las manos manchadas de sangre.

Además, cuando De Blasio ingresó al hospital donde se encontraban las víctimas, los policías presentes le dieron la espalda. Para ellos, la retórica del mandatario durante las protestas por el caso Garner habría contribuido a atizar el odio de los afrodescendientes contra esta institución.

Superadas las amenazas de llevar la protesta a límites que incluirían no hacer arrestos, salvo que sea necesario, De Blasio tiene ahora el reto de llegar a un mínimo entendimiento con su policía, sin que esto signifique una distensión en la relación. Eso también lo sabe el comisionado William Bratton, quien, por cierto, ha reiterado que no le gusta este alcalde. Aun así, ambos se muestran dispuestos a trabajar juntos, pues saben que su compromiso con la gente está por encima de diferencias que bordean el desprecio.

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