La Macroeconomía, nacida de la crisis de 1929, ha desarrollado un arsenal de medidas para paliar los efectos de las crisis cíclicas y para encontrar un camino que recupere el sano crecimiento del producto bruto y del empleo. Como ejemplo podemos citar la evolución de la principal economía del mundo, Estados Unidos, que está saliendo, después de casi ocho años, de la muy fuerte “crisis de la subprime” que se inició en 2007. Los efectos de esta debacle fueron graves, aunque no tanto como en casos anteriores, gracias a un buen manejo (dramático) de las variables macroeconómicas que se diseñó en esta oportunidad.
Los ciclos son crisis recurrentes del sistema económico y cuando ocurren no son el fin del sistema sino su corrección; una que suele ser muy dolorosa por el desempleo que implica.
En una economía industrial, como era la de aquella época, los gobiernos, al observar la crisis desde fines de 1929, tomaron distintas medidas prácticas para evitar la caída de la actividad y del empleo, como desarrollar la obra pública en la mayor magnitud posible. En nuestro país, por ejemplo, se creó Vialidad Nacional en 1932 para revestir de cemento o asfalto las principales rutas del país, lo que permitió ocupar a muchos trabajadores.
Años después de haberse aplicado muchísimas experiencias prácticas en casi todos los países para tratar de suavizar la fuerza de la crisis, los académicos las recogieron y simplificaron en papers y libros. El más destacado e influyente fue el de J. M. Keynes quien, siete años después de que se iniciara la crisis del 29, en 1936, publicó Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero. En el libro estudió el comportamiento de variables clave de los países y demostró que un modelo económico podía estar en equilibrio de largo plazo, pero con un desempleo permanentemente alto. Para suplir esta deficiencia del modelo era conveniente incrementar el gasto público en inversiones aun cuando se incurriera en déficit fiscal. “Es mejor hacer un pozo y volverlo a tapar que tener millones de desempleados”, habría dicho Keynes para paliar aquella situación. Se considera que con las publicaciones de esa época, nace la Macroeconomía, la economía de un país como un todo y se diferencia de la Microeconomía, la economía de la empresa, del mercado laboral y de cada uno en particular.
¿Ha dado algún resultado destacable el desarrollo de la macroeconomía? Mi respuesta es que sí, pues, aunque no pudo eliminar los ciclos, ha logrado suavizarlos y éste es un resultado importante.
En la crisis del 29, el desempleo en EE.UU. llegó al 25% de la población económicamente activa, una cifra enorme. Si bien las autoridades lograron controlarlo después de muchos años, el sufrimiento de muchísimas personas podría haberse suavizado mucho más o podría haberse evitado si se hubieran aplicado las medidas que ahora hemos perfeccionado. La evolución del desempleo, desde aquella época hasta ahora, muestra fluctuaciones y algunos picos elevados, pero menores que el de la gran depresión.
La crisis que se inicia en 2007 presenta dimensiones de las variables financieras similares o aún peores que las de 1929-30, pero el tratamiento no puede ser igual que en aquella situación pues nos encontramos con una economía de más de 65% de servicios y de sólo 15% industrial que es muy distinta a la estructura del PIB de 1930. Por eso es que Keynes ya no es tan válido en una economía de servicios. Debido a esto, se adoptaron medidas macroeconómicas bastante diferentes aunque igualmente dramáticas, las que lograron frenar el desarrollo agudo de la crisis, por lo que el desempleo llegó a un pico del 10 % de la población activa, mucho menor que el de la crisis del 30: GRAPH
En noviembre de 2014 en EE.UU. el desempleo llegó otra vez al 5,8 %, y actualmente ya está en 5,6%. La cifra se considera prácticamente normal, es decir, el desempleo que se produce sólo porque las personas cambian de trabajo (renuncia o despido, presentaciones en nuevos puestos, análisis de salud, incorporación y demás) que es de alrededor del 5%.
Las que no se han cumplido fueron las predicciones apocalípticas de los detractores del sistema productivo vigente actualmente, que decían que era una “crisis final del capitalismo” y que desde allí iba a surgir un nuevo sistema de organización de la producción. Esto no solo no ocurrió, sino que el capitalismo se consolidó, aun en países que tienen sistemas políticos muy diferentes, como por ejemplo en China.
Nosotros debemos aprender la lección: hemos preferido desde el Estado subsidiar a las personas en situación de pobreza para que puedan satisfacer sus necesidades básicas, pero esto no los saca de seguir en esas condiciones y lo que peor es que se los condena a votar al Gobierno para seguir recibiendo el subsidio.
En lugar de haber usado los enormes recursos de los altos precios de las commodities dando meramente subsidios tendríamos que haber generado una red de carreteras y de trenes, un plan de obras de infraestructura y otro de exploración y explotación de petróleo y gas. Así hubiéramos ocupado productivamente y formalmente a todas esas personas. Además de haber sostenido un mejor nivel de consumo de la población ya no tendríamos ese 27,5 % de personas en situación de pobreza que aún hoy subsisten en nuestro país. Más aún, también contaríamos con una oferta energética nacional para cubrir nuestras necesidades y todas las obras de infraestructura que no hicimos por subsidiar meramente el consumo.
No repitamos más los errores del ingenuo populismo. Más Macroeconomía y menos experimentos heterodoxos, es lo que necesitamos.
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