El primero de mayo, es un día muy importante en la mayor parte de los países del mundo, porque es el recordatorio de una gran conquista obrera, que nace en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, por conquistar la jornada de trabajo de ocho horas, ya que antes de esa fecha, las jornadas de trabajo se extendían en las empresas hasta las 18 horas, es decir, que los obreros o empleados tenían que levantarse a las 4 de la mañana y regresar a sus casas hasta las ocho de la noche, no pudiendo ver a sus mujeres y a sus hijos durante la claridad del día. Esta situación la consideraban injusta y arbitraria contra sus plenos derechos de seres humanos.
Esta lucha por reducir la jornada de trabajo, viene desde la revolución industrial que se sucedió en Inglaterra durante el siglo XVIII y XIX y que luego se traslada a Estados Unidos y otros países que heredaron ese desarrollo industrial a costillas de la explotación de los mismos obreros.
Entonces tenemos que, la revolución industrial, facilitó la organización de los obreros, la que les permitió emplear la fuerza de la acción colectiva, para obtener salarios dignos y lograr el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo. Fue ese proceso de revolución industrial que llega a los Estados Unidos e influye en los obreros de ese país, para empezar un primero de mayo de 1886 sangriento, por exigir demandas en favor de la menor jornada laboral.
En Honduras, como en Centroamérica, el movimiento obrero y campesino, viene a tomar su verdadero protagonismo después de la Segunda Guerra Mundial. Si bien antes existieron tendencias organizativas, sobre todo en las compañías bananeras, pero no tuvieron la máxima expresión, pues fueron fácilmente reprimidas y controladas por los patronos y el gobierno.
La gran huelga obrera de 1954 en las compañías bananeras de la costa norte, constituye una verdadera proeza y génesis de otras conquistas, tanto del movimiento organizado como de los campesinos. Desde entonces, aunque con ciertas altas y bajas en que se desenvuelven las dirigencias gremiales, muchas han sido las conquistas adquiridas, a tal extremo, que, a diferencia de la maquila moderna, los mejores salarios pagados antes fueron en las compañías bananeras.
Hoy que se celebra una fiesta tan significativa en honor al trabajo, a nivel nacional, se espera que se le dé un colorido diferente, no solo el discurso declarativo, sino la presentación de otras opciones formadoras de conciencia cívica y gremial, que dejen una mejor motivación para todo el pueblo en general. Digno será ir formando conciencia para otras jornadas de trabajo como el ejemplo que nos legaron los pioneros de la gran huelga del 54, donde las conquistas sociales fueron importantes, pero que ahora las exigencias de la sociedad son más apremiantes.
El trabajo dignifica, el trabajo educa, el trabajo edifica a la sociedad por el sendero luminoso del desarrollo. Por eso es bueno proponer estrategias de cambio real, no solamente formal. Felicidades en su día trabajadores de Honduras.
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