La derecha acostándose con Trump
2016-05-18 – 00:00:00
Concepción Badillo
Finalizando una de las más increíbles campañas por la nominación de un partido de que se tenga memoria en la política de los tiempos modernos, Donald Trump esta más que a punto de convertirse en el candidato de los republicanos a la presidencia y cada vez crecen mas las posibilidades de que pueda llegar a la Casa Blanca, con la más reciente encuesta colocándolo sólo un punto por atrás de Hillary Clinton.
El dilema es si sus compañeros de partido, que tanto se le opusieron, igual que el resto del mundo, estarán a punto de meterse a la cama con él, es decir, casarse, seguirlo, apoyarlo, a pesar de que su candidatura podría dañar por generaciones a la derecha estadounidense. El republicano de más alto rango, Paul Ryan, líder de la Cámara baja, ha dicho que no está todavía listo para seguir a Trump, pero se da por hecho que tarde o temprano lo hará.
Otros republicanos símbolos del partido, tales como los ex presidentes George H.W. Bush y George W. Bush, así como el ex candidato Mitt Romney han dicho que jamás lo respaldarán, no asistirán a la convención en julio y, de acuerdo al senador Ben Sasse de Nebraska, estarían buscando lanzar un candidato alterno, como independiente, lo cual , dicen los expertos, garantizaría el triunfo demócrata.
Sin embargo, otros que fuertemente se le opusieron por meses y fueron a su vez criticados dura y cruelmente por Trump, tales como el senador John McCain y el líder del senado Mitch McConnell, ni tardos ni perezos se han formado detrás del magnate alegando que los electores ya decidieron y no tienen más opción que alinearse con el candidato más poco preparado para la presidencia de que se tenga memoria, quien ofrece un discurso demagogo, lleno de promesas vacías, de odios raciales, de aislamiento y xenofobia, todo en nombre, según él, de “hacer a los Estados Unidos gradiosos otra vez” dice su lema.
Aun los grupos del poderoso movimiento social ultraconservador del país, que por meses lo vieron como si fuera Lucifer, ahora empiezan a cambiar de idea y a convencerse de que mejor Trump que darle la Casa Blanca a su rival liberal. Totalmente opuestos al divorcio, estos grupos ya no ven defecto alguno en los tres matrimonios de Trump ni en la tan criticada referencia del millonario a la hostia de la comunión cristiana, a la que llama “la pequeña galletita”.
Y el apoyo por venir no sólo es simbólico, se sabe que se están organizando para gastar millones de dólares en movilizar al electorado, acudiendo casa por casa a buscar votos. Ahora resulta que lo ven como que ya se convirtió a su causa. Parecen olvidar que este hombre ha atacado a las mujeres, ridicularizado a los judíos, a los latinos, en especial a los mexicanos, y que ha propuesto que se prohíba la entrada a Estados Unidos de todo musulmán.
Y es que diarios de derecha, tales como The Washington Times en esta capital, han dicho en sus editoriales que derrotar a Hillary debe ser más importante que apegarse a los principios ortodoxos de la derecha. Por su parte The New York Times ha dicho que la culpa del surgimiento de Trump la tienen los líderes republicanos, que se han concentrado en premiar a los millonarios que les donan dinero, olvidándose de la clase media, que ha perdido sus trabajos, sus casas, han peleado las guerras del Pentágono en el Medio Oriente y su enojo se ha traducido en seguir a Trump.
De modo que estamos en la antesala de lo que será una de las más agresivas campañas políticas que se hallan visto en este o ningún otro país, con Hillary Clinton sin ninguna garantía de triunfo a nivel nacional y con puntos débiles y controversiales como el problema legal con sus correos electrónicos, los sucesos fatales de Bengazi, Libia y las infidelidades de su marido.
Trump por su parte desde luego que tiene infinidad de puntos que tarde o temprano le afectarán, como esa pésima y cruel actitud hacia las mujeres, sus fracasos empresariales y su ignorancia y su constante repetición de mentiras.
A ninguno de los dos le faltará munición ni dinero. Sólo queda estar preparados, tener paciencia para presenciar una campaña por la Oficina Oval que será despiadada, brutal, y sobre todo muy, muy larga, y que nadie sabe en qué o con quién concluíra, llevándonos a todos enmedio.
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