Respecto de la visita que realizara Donald Trump a México el miércoles 31 de agosto de la semana pasada casi nadie ha puesto atención en un dato curioso: la noche anterior estuvo en la población de Everett, en el estado de Washington. Allí, en un mitin, dice Seema Mehta: “No hubo llamados a construir un muro ni hacer que México pagara por él, ni hizo referencia alguna a la creación de una fuerza de deportación para lidiar con millones de personas que están en el país ilegalmente. La sola alusión a la inmigración en el evento de Everett, Wash., ese martes por la noche, se centró en la epidemia de las drogas”. (Los Angeles Times 30/VIII/2016). Allí las palabras de Trump fueron las siguientes: “Vamos a asegurar nuestra frontera y frenar el flujo de drogas que está destruyendo a nuestra nación. Y estaré hablando de eso mañana en Arizona”. Lo que puso de manifiesto Trump, antes de venir a México, fue su preocupación por el sensible incremento del consumo de heroína en el área de Seattle: “Está empeorando; se está volviendo horrible”. Eso fue lo que hizo antes de tuitear que había aceptado la invitación a visitar México para reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto al día siguiente.
Ese martes, Hillary Clinton no tuvo actividades públicas. La agenda del Partido Demócrata fue cubierta por el candidato a la vice-presidencia, Tim Kaine, que estuvo en Bethlehem, Pennsylvania, para hablar sobre las pensiones y el retiro digno. Hillary apareció en escena el miércoles 31 de agosto, justo el día en que Trump estuvo en México. La candidata demócrata se refirió a Trump en la 98° Convención Nacional de la Legión Americana, en Cincinnati, en los siguientes términos: “Tú no construyes una coalición insultando a nuestros aliados o actuando a lo loco… Ese trabajo no se hace diciendo una cosa un día y afirmando otra cosa distinta al día siguiente. Y ciertamente se necesita más que ir unas cuantas horas y visitar a nuestros vecinos para tratar de compensar un año de insultos e insinuaciones, y luego volar de nuevo a casa. Así no funcionan las cosas”.
¿Por qué Trump decidió aceptar la invitación para venir a México? Pues por un sencillo cálculo de conveniencia y oportunidad: solucionar la baja que reportó en las encuestas a partir de la Convención demócrata celebrada del 25 al 28 de julio. El promedio de esas encuestas reportaba hace tres semanas seis puntos en favor de Hillary; actualmente esa distancia se ha reducido a 4 puntos (Polls, Real Clear Politics). No obstante, debemos recordar que Estados Unidos las elecciones son indirectas, a través de colegios electorales por estado según la cantidad de población que tenga. The Washington Post publicó esa semana una encuesta nacional (6/IX/2016) en la cual muestra que Hillary tiene ventaja en 20 estados que le reportan 244 votos electorales (se necesitan 270 para asegurar la presidencia); Trump tiene ventaja en otros 20, pero sólo cuenta con 126 votos electorales. Sus estados tienen una cantidad menor de población.
A pesar de esta alentadora ventaja, Hillary está en problemas: nuevas revelaciones del FBI sobre los correos electrónicos enviados desde el Departamento de Estado cuando ella encabezó esa institución a su correo personal la tienen acorralada. Nina Turner, quien fuera vocera de Bernie Sanders, ha aconsejado a Clinton hablar claro respecto de esos correos electrónicos. Por extraño que parezca, Hillary no había dado una sola conferencia de prensa en 270 días (The Hill, 3/IX/2016). Comenzó a tener contacto de nuevo con la prensa después del día del trabajo, o sea, el lunes de esta semana.
Con eso a su favor, más el explosivo regreso de México a Phoenix, en donde afirmó que los mexicanos no lo sabían, pero ellos tendrían que pagar el muro fronterizo, el magnate neoyorkino relanzó su alicaída campaña. Como bien dijo Hillary Clinton en la Reunión Nacional de la Legión Americana, Trump cambia intempestivamente de opinión. Aquí vino a decir una cosa y en Arizona dijo otra cosa distinta. El martes en Everett no había dicho nada sobre México; en Phoenix despotricó contra México. Por eso es que la campaña de Clinton contra Trump se ha centrado en resaltar la ineptitud de este empresario para conducir a los Estados Unidos. Y eso es lo que está haciendo Hillary: mostrar la incongruencia de Trump.
El contraste entre ambos candidatos en materia internacional es muy marcado: mientras Hillary en Cincinnati dio una cátedra sobre la globalización, la formación de coaliciones contra enemigos como Irán, el Estado Islámico, o estados que rivalizan con la unión americana como Rusia y China, Trump no tiene idea alguna de lo que es y debe ser la política exterior americana. Este personaje se ha centrado exclusivamente, como lo refrendó en Arizona, en encender los ánimos contra los inmigrantes y, especialmente, contra los mexicanos junto con la promesa de construir un muro fronterizo. Es obsesivamente monotemático.
Así las cosas, es mejor que gane Hillary Clinton y que se ocupe del mundo a Donald Trump empecinado en perjudicar a México.
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