Homo destructor
Cada especie animal y de plantas amenazada, vulnerable, en peligro, en peligro crítico o que ya se extinguió de la faz de la Tierra, debe mover la conciencia colectiva. El daño causado está íntimamente ligado con la caza furtiva, el tráfico de especies y los mercados ilegales, la destrucción de los hábitats, así como por los efectos del cambio climático, entre otros factores
05 de Febrero de 2018
Y sí, todos tienen un origen antropogénico. Es decir, son resultado de las actividades humanas. Desafortunadamente, nuestro progreso ha sido asolador.
En las últimas semanas se han dado a conocer, a través de distintos organismos, informaciones referentes al estado que guardan algunas especies de animales y de plantas.
Así, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos declaró oficialmente extinto al puma norteamericano (Puma concolor couguar), una subespecie de león de montaña.
A principios de la década de los años 70 este felino fue listado como especie en peligro de extinción y en 2015 especialistas informaron que no había evidencia —como avistamiento— de algún ejemplar vivo, por lo cual el 23 de enero pasado se emitió un comunicado declarándolo oficialmente extinto.
Este gran felino habitó el sureste de Ontario y el sur de Quebec, en Canadá, hasta Carolina del Sur, el oeste de Kentucky, Illinois y Michigan, en Estados Unidos, y fue amenazado y cazado en aras de preservar el ganado.
Tomemos esto como un recordatorio de que la colonización y devastación de los territorios donde habitan grandes felinos y otros animales es resultado del aumento de la población y la expansión indiscriminada de los asentamientos humanos.
Respecto a los grandes felinos, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que durante el último siglo, el planeta ha perdido 95% de la población de tigres.
En África, en tan sólo 20 años, los leones han disminuido en más de 40 por ciento. Mientras que las poblaciones de leopardos de las nieves, jaguares y especies similares se encuentran en peligro por la pérdida de sus hábitats, la caza furtiva y otras amenazas.
Este organismo de Naciones Unidas espera que en 2018 se dé “un nuevo impulso para proteger a los grandes felinos del mundo”.
Ojalá y así sea, por el bien de ellos y de otras especies.
Es un hecho que la caza furtiva es una de las actividades más atroces que comete el hombre en busca del dinero fácil.
Así, otra especie que ha diezmado por esta terrible acción es la de rinocerontes.
Hace un par de semanas, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) dio a conocer que, de acuerdo con el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Sudáfrica, mil 28 rinocerontes fueron cazados ilegalmente en 2017. ¿El motivo? El comercio ilegal de cuernos.
Como ésta, muchas otras especies son cazadas ilegalmente porque sus cuernos, colmillos, cabezas y otras partes de sus cuerpos son compradas por personas sin escrúpulos, que lo único que hacen es fomentar más y más la matanza de animales.
Y las malas noticias no paran. Un estudio realizado por especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos y publicado hace unos días en la revista Science da cuenta de que los osos polares se encaminan más rápido de lo previsto hacia la extinción.
Sí, los reyes del Ártico están enfrentando una gran lucha para encontrar alimento y así sobrevivir, pues el cambio climático está transformando velozmente su hábitat.
Esto es, el hielo marino disminuye y esto hace que para los osos sea muy difícil cazar focas, su principal alimento, lo cual los está llevando a una acelerada pérdida de peso. Los especialistas señalan entre kilo y medio y dos kilos por día.
Los osos polares mueren de hambre debido al cambio climático, el cual tiene su origen en las actividades humanas.
Muchas otras especies de animales y plantas luchan por adaptarse al cambio climático. Algunas quizá lo logren, otras quizá no.
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) no hace mucho informó que hay 25 mil 800 especies de animales y de plantas en peligro de extinción y lo más triste es que, durante 2017, mil 800 especies de animales y de plantas de todo el planeta se sumaron a ese listado en peligro de extinción.
Es decir, en el recuento de 2016 se tenían 24 mil especies y al término del año pasado ya eran 25 mil 800.
Estas cifras son escandalosas porque ratifican que el ser humano es el más grande depredador del planeta y de los seres que aquí habitan.
Hemos llevado al extremo diversos ecosistemas cuya fragilidad se debe a actividades inconscientes y, muchas veces, inhumanas, en aras, ya sea del desarrollo o del beneficio que da el capital.
Si no ponemos límites, difícilmente encontraremos la armonía, el equilibrio y el respeto a los seres vivos. Incluido el Homo sapiens. ¿O habrá llegado el momento de reclasificarlo como Homo destructor?
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