+Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen
Nicolás Maquiavelo
Donald Trump aparenta calma ante el último escándalo sobre su muy particular forma de hacer política y que se desató a partir de la filtración —y posterior transcripción— de una llamada que sostuvo con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
Al día siguiente, tal llamada provocó que la mayoría de los legisladores de la Cámara baja se pronunciaran por entablar un juicio político contra Trump.
Resulta que durante la llamada, Trump se quejó de que Ucrania no había correspondido como se debe al apoyo armamentista que EUA le ha brindado, a pesar de que el presidente ucraniano aseguró que ya está casi listo para comprarle más misiles antitanque Jabalina, mismos que son esenciales para equilibrar las fuerzas de defensa entre Ucrania y Rusia.
Todo esto no pasaría de ser una llamada común entre dos mandatarios, si no fuera porque Trump pidió a Zelensky que “nos hagas un favor” —pero que realmente son dos favores…—. Aquí, el pronombre “nos” es de vital importancia y ya verá usted por qué:
La primera petición a Zelenski fue que averiguara más sobre CrowdStrike, una empresa de ciberseguridad a la cual acudió el Comité Nacional Demócrata para que investigara quién había hackeado sus cuentas durante las elecciones de 2016.
El resultado ya lo conocemos: los piratas informáticos rusos APT 28, o Fancy Bear, fueron detectados y eliminado su acceso a los correos de los demócratas. El tema fue denunciado, investigado, juzgado y sancionado.
Pero el asunto todavía ronda en la cabeza de Trump y quiere encontrar algún elemento incriminatorio hacia los demócratas, haciendo una vinculación falaz entre dos empresas con el mismo origen, pero totalmente separadas.
CrowdStrike originalmente fue fundada en Ucrania y ahí sigue operando, pero no guarda ninguna relación comercial ni legal con la homónima estadunidense a cargo de la investigación del hackeo a los demócratas.
Aquí Trump está en falta en tres asuntos, por lo menos:
Primero, pide a un gobierno extranjero intervenir en la política interior de EUA; segundo, condiciona el apoyo de EUA a Ucrania a partir de un favor personal: tercero, Trump pide a Zelenski que llame al fiscal general de los EUA y a su abogado personal (de Trump mismo), Rudy Giuliani, para “llegar al fondo del asunto”.
Más adelante, en la conversación telefónica, Trump introduce en escena a Joe Biden, el precandidato demócrata más aventajado para las elecciones de 2020. Resulta que Hunter Biden —hijo del demócrata— tuvo negocios en Ucrania y hubo algún roce por ahí. Sin embargo, Trump argumenta falazmente que Joe Biden “se jacta de haber detenido en Ucrania la acusación (contra su hijo Hunter); así que sí puedes ver (el asunto)”.
Zelenski, ni tardo ni perezoso y con tal de obtener el apoyo defensivo militar, asegura a Trump que el próximo fiscal será “100% de mi gente”, por lo cual podrá cumplimentar la solicitud del estadunidense. Es de suponer que lo hará bien y a modo.
Y lo más grave de la llamada Trump-Selenski: el pronombre “nos”… Para David Leonhardt, analista político de The New York Times, lo que le impresiona “es cuánto trumpismo se encierra en esas cinco páginas” de la llamada transcrita.
Como diríamos en México: el estilo personal de gobernar… Donald Trump, quien nunca ha cuidado las formas habituales, ahora violenta la esencia política al colocar el interés personal sobre el interés nacional y recurrir a lo que sea necesario para asegurar su reelección. Éste es el meollo de la llamada y la causa que encendió la chispa de un posible juicio político en su contra.
Éste es el peso del pronombre “nos”, al pedir un par de favores.
(Editado con información de Time, The Washington Post y The Times)
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