Ayer le comentaba aquí que el T-MEC se fue, se fue y se fue… Me refería al endurecimiento del gobierno de Estados Unidos que había sacado temas que no estaban considerados o se habían cerrado, que impedirán que el tratado se firme este año.
Le contaba también que ese cambio se hizo patente en las negociaciones en Washington del domingo por la tarde y del lunes por la mañana, cuando anunciaron que el gobierno de Estados Unidos enviaría inspectores a México para revisar, aquí, el cumplimiento de los acuerdos laborales contenidos en el tratado.
En Radio Fórmula, Moisés Kalach, que está al frente del cuarto de al lado de las negociaciones, me dijo que el gobierno de Estados Unidos había marcado cinco líneas rojas que México no podía cruzar, no podía aceptar.
Esa misma noche de lunes, ya muy tarde, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) difundió un comunicado denunciando el cambio.
Reveló que Washington había presentado recientemente propuestas de enmienda al T-MEC, de lo que aquí nadie había dicho nada, y agregó: observamos con gran preocupación que existen algunas demandas, en materia laboral, que resultan extremas y son totalmente inaceptables. Tenemos la percepción de que algunos actores estadunidenses están tratando de presionar para que no haya acuerdo. El respeto a la soberanía de México no es negociable.
Este texto tiene una fuerza y dignidad que no se vio en el silencio oficial ante esta crisis.
Fue ayer por la mañana, cuando Jesús Seade volaba de regreso a Washington, cuando al responder una pregunta, el presidente López Obrador rechazó cualquier injerencia extranjera, ratificó la defensa de la soberanía y reconoció que la negociación estaba detenida.
Así pues, el T-MEC será cosa de 2020. Y no será fácil en plena campaña electoral con un México como piñata de Trump. La pregunta que queda es ¿por qué motivo Estados Unidos endureció su postura con México? ¿Qué registró que no le gustó?
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