Division is exactly the sentiment that President Donald Trump is promoting and exploiting.
American voters now consider each other greater enemies than Russia or North Korea, and as dangerous as China. In fact, they consider their greatest enemies to be political, not foreign — a polarization reminiscent of the aftermath of the 1861-65 Civil War, which could be seen as the most recent chapter of this incomplete conflict in American history.
At least, this is the sentiment reflected in one of the most recent polls from Rasmussen Reports, a Republican-leaning firm that uses telephone and internet surveys that, apart from anything else, revealed new evidence of the country’s deep political division.
It's exactly the kind of sentiment that’s being promoted and exploited by President Donald Trump so he can question the results of the Nov. 3 election and affirm that he is the victim of a fraud of gigantic proportions.
According to Rasmussen, 24% of likely American voters think that Democrat Joe Biden’s supporters are the United States’ greatest enemy. A similar percentage (24%) view China as public enemy number one.
But 22% consider Trump voters to be the biggest enemy, while 10% think it’s Russia, and 7% view North Korea as the biggest threat to the United States.
A deeper dive finds that 37% of Republicans feel that Biden voters are the greatest enemy, only ranking above the 34% who feel the same about China. Thirty-five percent of Democrats believe that Trump voters are the biggest threat, far exceeding the danger posed by everyone else. Voters not affiliated with either of the main parties rate China, Biden voters and Trump voters as threats.
To a large extent, the current hostility shows similar patterns to those that lead to the Civil War, which were left completely unresolved after the Northern victory and the subsequent political game that created “the lost cause” myth, and a subculture that glorified the separatist confederation as a defender of state sovereignty and a gentle and chivalrous way of life.
What’s not included in these memories is that this way of life and its economy was based on slavery, and that this postwar political trickery led to the memorable 1876 election and the compromise that allowed the Southern states to stop the process of forced racial integration and delay for a century the recognition of African American civil rights.
Now we must add in social and economic resentment, reflected in the xenophobia and excessive nationalism shown by a section of the population, including the 72 million Americans who voted for Trump.
Biden won, but the joy might be short-lived.
EEUU: El enemigo en el espejo
La división es justamente el sentimiento que hoy promueve y explota el presidente Donald Trump
Los votantes estadounidenses ahora se consideran unos a otros como un enemigo más grande que Rusia o Corea del Norte y tan peligrosos como China.
De hecho, consideran que sus adversarios políticos, no los externos, son sus principales enemigos, en una polarización que recuerda las secuelas de la Guerra Civil de 1861-65 y quizás pueda ser vista como el más reciente capítulo de ese inconcluso conflicto de la historia estadounidense.
Al menos ese es el sentido de una de las más recientes encuestas de la empresa Rasmussen Reports, de tendencia republicana y que usa entrevistas telefónicas y en línea, y al margen de otra cosa agregó nueva evidencia de la profunda división política en este país.
Es justamente el sentimiento que hoy promueve y explota el presidente Donald Trump para cuestionar los resultados de la elección del 3 de noviembre pasado y afirmar que es víctima de un fraude de proporciones gigantescas.
Según Rasmussen, 24 por ciento de los probables votantes estadounidenses piensan que los partidarios del demócrata Joe Biden son el mayor enemigo de Estados Unidos. Un porcentaje similar (24 por ciento) vio a China como el enemigo número uno.
Pero 22 por ciento consideró a los votantes de Trump como el mayor enemigo, mientras que 10 por ciento ve a Rusia y siete por ciento a Corea del Norte como la mayor amenaza para Estados Unidos.
Una inmersión más profunda encuentra que 37 por ciento de los republicanos sienten que los votantes de Biden son el mayor enemigo, sólo superando a 34 por ciento que siente lo mismo por China. 35 por ciento de los demócratas creen que los votantes de Trump son la mayor amenaza, muy por encima del peligro que representan todos los demás.
Los votantes no afiliados a ninguno de los partidos principales califican a China, a los votantes de Biden y a los votantes de Trump como amenazas.
En buena medida, la animadversión de ahora incluye patrones similares a los que llevaron a la Guerra Civil, los que quedaron sin resolver del todo con la victoria del Norte y el rejuego político posterior que creó el mito de "la causa perdida" y una subcultura que glorifica a la confederación separatista como defensora de los derechos de soberanía estatal y una forma de vida gentil y caballeresca.
Lo que no incluyen en sus recuerdos es que esa forma de vida y su economía se basaban en la esclavitud y que el rejuego político de la posguerra llevó a la aún recordada elección de 1876 y el compromiso que permitió a los estados del sur detener un proceso de integración racial forzada y posponer por un siglo el reconocimiento de los derechos civiles de los afroestadounidenses.
Ahora hay que agregar resentimientos sociales y económicos, que se reflejan en la xenofobia y el nacionalismo exacerbado de una parte de la población, incluida en los 72 millones de estadounidenses que votaron por Trump.
Biden ganó, pero se sacó la rifa del tigre.
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