La sinodal que vino de Washington
La carpeta de Jennifer Granholm incluyó una amplia tarjeta sobre Ricardo Monreal, donde se le describía como consejero e intermediario de la 4T con fuerzas políticas
Quienes convivieron con ella refieren su sonrisa cálida, pero con mirada de acero. Muchos no conocían sus antecedentes de activista, polemista de lengua dura, exfiscal implacable forjada en Harvard. Al irse, dejó la percepción de que inició una batalla de largo aliento, conoció a sus contrincantes y perfiló alianzas.
Jennifer M. Granholm, secretaria de Energía en Estados Unidos, sabe dominar escenarios: hizo pininos de actriz en Hollywood, fue editora y analista en CNN; pronunció discursos para tres campañas presidenciales, en una trayectoria donde destaca como la primera gobernadora mujer de Michigan, dos periodos sucesivos. En su visita a México decidió reunirse en privado, además de con el presidente López Obrador, con las tres principales figuras perfiladas para sucederlo: el canciller Marcelo Ebrard, el líder senatorial Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno capitalina.
De acuerdo con versiones circuladas en la diplomacia norteamericana, una de las apuestas del viaje fue el encuentro con las cabezas de los grupos parlamentarios de ambas cámaras del Congreso. Ello, en el Senado, que tendrá la última palabra sobre si se aprueba o no la reforma energética que impulsa el gobierno López Obrador. La carpeta de la señora Granholm, se dijo a este espacio, incluyó una amplia tarjeta sobre Monreal Ávila, donde se le describía como consejero e intermediario de la 4T con fuerzas políticas. “El bróker”, le llaman funcionarios de la embajada que encabeza Ken Salazar.
No fueron pocos los que decidieron apostarle a que poco o nada trascendiera de esas reuniones más allá de anodinos comunicados de prensa. Deberán digerir el golpe que supone la declaración oficial estadounidense aludiendo a “preocupaciones reales por el impacto negativo” que tendría para las inversiones norteamericanas la reforma energética.
Habrían calculado mejor de haber estudiado la biografía de la señora Granholm. De abuelos escandinavos, nacida en Canadá, nacionalizada norteamericana, avecindada en California. Durante una residencia estudiantil en París colaboró con una red ciudadana que introducía subrepticiamente ropa de abrigo para las comunidades judías en la Unión Soviética; militante contra la fuga de empleos estadounidenses, aguerrida defensora de las energías renovables. En este último tema —como un rostro duro de la administración Biden, pero también de las corporaciones energéticas de su país— radica la nueva misión de la sinodal que vino desde Washington.
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