México y Estados Unidos: 200 años
Entre las lecciones aprendidas en este tránsito, sabemos que es indispensable contar con un armado jurídico que proteja nuestros intercambios
A 200 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, conviene recordar las lecciones de nuestra difícil historia común y consolidar los avances logrados en los últimos años, de tal modo que los intercambios se desarrollen en un marco de respeto a la soberanía nacional y de cooperación fructífera en beneficio de ambos pueblos.
Entre las lecciones aprendidas en este tránsito, sabemos que es indispensable contar con un armado jurídico que proteja nuestros intercambios y ofrezca certidumbre al conjunto de la relación bilateral. Finalmente, contamos ahora con un amplio entramado de acuerdos y entendimientos institucionales que regulan nuestros vínculos, incluyendo mecanismos de diálogo y negociación para solventar diferencias.
En este mes de diciembre se cumplen también 30 años desde que fue suscrito el Tratado de Libre comercio de América del Norte (NAFTA), que abrió una nueva etapa en la relación bilateral y estrechó los intercambios con Canadá. Este fue el punto de partida para la alineación de las tres economías de nuestra región, que resultaron fortalecidas con la entrada en vigor del T-MEC hace dos años, reafirmando el compromiso de hacer de Norteamérica una de las regiones más dinámicas y prósperas del mundo.
De acuerdo con estimaciones oficiales, en septiembre último, el comercio total de productos de Estados Unidos con México sumó 67,400 millones de dólares, seguido del alcanzado con Canadá (66,500 millones) y China (62,200 millones). Ello nos da la dimensión de la importancia que el mercado estadounidense representa para nuestro país, sobre todo si consideramos que México exporta a esa nación 79.8% de sus productos, integrados mayoritariamente por manufacturas (88.2%) y que se envían principalmente por vía terrestre (64%).
La relación entre México y Estados Unidos contiene una extensa gama de temas de importancia vital, cuya complejidad e intensidad no tiene paralelo en ninguna otra parte del mundo. Nuestra frontera de 3,152 km. es una de las más largas y transitadas del orbe, por la que cruzan diariamente un millón de personas legalmente documentadas, y 300 mil vehículos –incluyendo 70 mil camiones de carga.
Los lazos que unen a nuestras naciones tienen una dimensión humana que influye cada vez más en la relación bilateral, tanto por el impacto demográfico y social de cerca de 40 millones de mexicanos o de origen mexicano en EEUU, como por su importante contribución a la economía de ambas naciones. El factor humano se expresa de distintos modos, pero el mayor reto está representado por el fenómeno migratorio, cuya solución requiere de mayores esfuerzos de concertación en ambos países, bajo el criterio de responsabilidad compartida.
Estoy convencido de que México tiene la gran oportunidad de lograr una mejor inserción en la economía internacional estrechando aún más nuestra integración en Norteamérica, la región más competitiva del planeta. De ahí, resulta de importancia capital resolver las diferencias comerciales pendientes y consolidar nuestra asociación estratégica con Estados Unidos y Canadá.
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